Con el estreno de la película «Las Crónicas de Narnia: la travesía del viajero del Alba», que lleva un tiempo en las salas de cine locales, totalizan tres las versiones cinematográficas basadas en la célebre saga que el escritor británico C.S. Lewis publicó en los años ’50 y que con el tiempo logró convertirse en uno de los íconos de la literatura fantástica.
Después del salto encuentra una interesante relación entre sus escritos y las versiones para la pantalla grande, además de algunos videos.
El nuevo filme, basado en el tercer libro de los siete que conforman la serie, llega a los cines tras el estreno de «Las Crónicas de Narnia: el león, la bruja y el ropero» en 2005 y «Las Crónicas de Narnia: el príncipe Caspian», uno de los más grandes éxitos de ese año.
Aunque mantiene puntos de contacto con la trilogía fantástica «El Señor de los Anillos» de su amigo J.R.R. Tolkien, Lewis quiso dar a su obra sin embargo, una inspiración cristiana mucho más evidente que la que después tuvieron éste o J.K. Rowling con su saga del mago Harry Potter.
En las siete novelas que integran la saga, escritas entre 1949 y 1954, Lewis describe las aventuras de unos niños que viajan a la realidad alternativa de Narnia, un lugar donde se emplea la magia y los animales son capaces de hablar, conviviendo con criaturas mitológicas.
La saga propone una lectura paralela de ciertos pasajes bíblicos pero a su vez refuerza sus alusiones a la mitología clásica, particularmente referencias a la novela caballeresca, la tradición grecolatina y los viejos cuentos de hadas ingleses.
El Bien y el Mal
A grandes rasgos, Lewis escenifica en sus novelas la eterna lucha entre el bien y el mal desde la perspectiva de un cristiano comprometido: en sintonía con esa consigna, los valores que le interesa subrayar son el coraje, la entrega, el sacrificio y la compasión.
El primer título de la serie, El león, la bruja y el armario presenta a los protagonistas: Peter, Susan, Edmund y Lucy Pevensie, cuatro hermanos que descubren un armario prodigioso en la casa del profesor Digory Kirke.
Al penetrar en su interior, los niños viajan al reino de Narnia, donde las fuerzas del bien, lideradas por el león Aslan, se enfrentan a las del mal, capitaneadas por la Bruja Blanca.
Durante el otoño de 1949, Lewis escribió la continuación, El príncipe Caspian, libro que recién salió a la venta dos años después, es decir, poco después de la Segunda Guerra Mundial, cuando en el imaginario británico aún seguía viva la imagen de un enemigo devastador, capaz de invadir y tomar posesión de las islas.
En La travesía del viajero del Alba [publicada en 1952]los dos hermanos mayores Pevensie ya no se encuentran -Peter está estudiando para sus exámenes universitarios de admisión y Susan está de vacaciones en los Estados Unidos- por lo que la acción se concentra en los dos más pequeños, Lucy y Edmund, que visitan el hogar de un pariente que vive cerca de Cambridge, durante la guerra en Inglaterra, alrededor de 1943.
El reto más grande que Lucy y Edmund deben enfrentar es lidiar con su insufrible primo Eustace Clarence Scrubb -hasta que se topan con una pintura de «El viajero del Alba», un majestuoso buque de vela cuya apariencia fue inspirada por dragones.
Inexplicablemente, el lienzo cobra vida, inundando la sala y sumergiendo a los adolescentes antes de transportarlos al océano este de Narnia, donde son rescatados por el Rey Caspian y su tripulación, que navegan a bordo de «El viajero del Alba», el mismo navío de un solo mástil representado en la obra de arte.
El Gran Viaje
Los dos hermanos y el primo pronto se enteran de la razón por la cual el viaje de Caspian se dirige al este: está cumpliendo un juramento para encontrar a los siete Lores de Telmar perdidos, los mejores amigos de su padre, quien fue asesinado. A partir de ahí, todo un mundo de aventuras sorprende a los niños.
La labor de los viajeros es intimidante, ya que deberán sortear océanos violentos y una monstruosa serpiente de mar, entre otros peligros. Una vez más se embarcan en este viaje que les cambiará la vida: su audacia y dogmas serán tentados y puestos a prueba en un viaje de destino y transformación que los llevará a los rincones más lejanos del mundo.
En ese universo paralelo al mundo real, que refleja tanto el filme como la novela original, los animales hablan, cierto sentido medieval del honor aún tiene vigencia, hay hechiceros y magos, y un león llamado Aslan es el Creador, o para ser más precisos, el Salvador.
Aslan es, para casi todos los críticos de la obra de Lewis, su propia versión de Jesús. De hecho, en esta película [y en el libro en la que está basado] esa correlación queda explicitada cuando el propio personaje dice en algún momento:
En vuestro mundo tengo otro nombre. Tienen que aprender a conocerme por ese nombre.
Esa es la muestra más evidente de la tradición cristiana de este libro, a la que se suma la imaginería celta de gnomos, dragones y duendes, pero también los más griegos minotauros y faunos.
vía el día