Hablar de David Lynch es hablar sobre un cine de sensaciones. Esquivo para la razón, factible de múltiples interpretaciones, capaz de transmitir al espectador, en un mismo instante, la más amplia gama de sentimientos pasando de dulce a agras con la misma facilidad con la que se cambia de plano.
Sus películas pueden llegar a ser extrañas, retorcidas, repleta de personajes ambiguos y, a veces, aterradores, pero lo que siempre generarán será esa fascinante atracción por sumergirse en ellas.
De esta forma seguimos con esta no-sección, que no se que le faltará para convertirse oficialmente en una, en donde escogemos ciertas reflexiones hechas por reconocidos directores .
«Es necesario que un director piense tanto con la cabeza como con el corazón. Tiene que estar relacionando constantemente el intelecto con las emociones durante el proceso de toma de decisiones. Resulta fundamental contar una historia. Los tipos de historias que me gustan son las que contienen cierta dosis de abstracción, las que dependen más de la compresión intuitiva que de la lógica.
Para mí, el poder de una película va más allá de la simple tarea de contar una historia. Tiene que ver con la manera en que cuentas la historia y cómo consigues crear un mundo propio. El cine tiene el poder de describir cosas invisibles. Funciona como una ventana a través de la cual entras en un mundo diferente, algo parecido a un sueño. Creo que el cine tiene ese poder, porque, a diferencia de las demás formas artísticas, utiliza el tiempo como parte de su proceso. La música también es un poco así. Empiezas en algún punto y, luego, nota a nota, vas aumentando poco a poco hasta llegar a una determinada nota que crea una emoción muy fuerte. Pero sólo funciona por las notas que vinieron antes y por la forma en que fueron orquestadas.
Por supuesto, el problema de esto es que, después de un rato, las reglas básicas no funcionan igual de bien. Se pierde el elemento sorpresa, y por eso me parece fundamental experimentar. He experimentado en todas mis películas y, en ocasiones, cometo errores. Con suerte, me doy cuenta a tiempo y lo cambio antes de terminar la película; si no, el error sirve de lección para la siguiente película. Pero, en ocasiones, la experimentación me permite descubrir algo maravilloso que no podría haber imaginado o planificado. Y nada compensa más que eso.»
Saludos.-