Cuando uno es un joven realizador lo más frecuente es cometer un sinfín de errores antes de tener algo decente, es cosa que yo les cuente sobre la historia de cierto infame mediometraje.
Por eso es importante contar con gente competente a tu lado y la capacidad de aceptar las críticas que se te hagan, todo esto aderezado con el suficiente conocimiento que años de historia del cine han dado.
Woody Allen, el director de excelente Annie Hall y la despreciable Midnight in Paris, también tiene mucho que decirnos sobre los errores que no debemos cometer no solo durante la realización de una película sino que además algunas son aplicables a otras esferas de la vida.
Hay muchos errores que un director siempre debe tratar de no cometer. Posiblemente el primero que se ocurre sea el evitar hacer algo que no aporte nada a tu visión. Sucede muchas veces, en plena filmación de una película, que se te ocurre una idea inteligente o algo que quieres probar. Pero si esa idea no pertenece a la película, debes tener la honestidad, la integridad, de descartarla. Lo que no quiere decir que tengas que ser inflexible u obstinado, sino más bien lo contrario también sería un error.
Una película es como una planta. Una vez que has plantado las semillas, empieza a crecer de forma natural. Y el director debe crecer al mismo ritmo si quiere ver el final. Debe estar preparado para tomar en consideración todo tipo de cambios. También debe mostrar una actitud abierta hacia los puntos de vista de los demás. Cuando escribes, estás solo en una habitación con un papel: puedes controlarlo todo. Una vez llegas al plató, es otra historia: sigues teniendo el control, pero necesitas la ayuda de otras personas para conseguirlo. Es algo que uno debe entender, aceptar y valorar. Y hay que trabajar con lo que tienes. La determinación es calidad, pero la intransigencia es, definitivamente, una equivocación.
También opino que es un grave error empezar a rodar una película con un guión flojo o que no esté listo y pensar: «Bueno, lo arreglaré en el plató». La experiencia me ha enseñado que si tienes un buen guión, puedes hacer un lamentable trabajo de dirección y, aún así, conseguir una película bastante buena, mientras que si tienes un guión malo, puedes hacer un trabajo brillante en la dirección y apenas se va a notar.
Y, Finalmente, el mayor peligro del que advertiría a cualquier futuro cineasta es pensar que lo sabes todo sobre cine. Hago películas hoy y me sigue sorprendiendo -incluso, a veces, impresiona- la manera de responder que tiene el público. Pienso que va a gustarle este personaje y resulta que se muestra totalmente indiferente, pero le gusta otro personaje en el que casi no había pensado. Pienso que se van a reír en un determinado momento y acaban riéndose de algo que nunca creí que fuera tan divertido. En cierto modo, resulta un poco frustrante; pero también es lo que hace tan mágico, tan fascinante y tan divertido este trabajo. Si pensara que lo sé todo, habría dejado de hacerlo hace mucho tiempo.
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