Los principios básicos del montaje de continuidad -para que la narrativa cinematográfica sea lo más suave y natural posible- han cambiado poco desde que aparecieron. Sin embargo, algunos de los avances más emocionantes y significativos del cine han implicado revelarse frente a la linealidad narrativa cinematográfica clásica.
La innovadora organización de MEMENTO en 2000, de Christopher Nolan, desafía las convenciones narrativas sobre el contenido y la forma.
Luego del salto como cada semana, traemos a ustedes otra de esas geniales 100 ideas que cambiaron para siempre la historia del cine. Sigan leyendo!
Idea n° 12 | «El Montaje de Continuidad». En busca de una experiencia visual sin fisuras.
El montaje de continuidad es tan eficaz que la mayor parte de los espectadores apenas lo notan. Los primeros cineastas superaron enseguida el formato de un solo plano; así, Georges Méliès enlazaba escenas autónomas para contar historias, como en Le Voyage dans la Lune, [1902].
Posteriormente, las secuencias de persecución de El Gran Robo al Tren [1905], de Cecil Hepworth, introdujeron la noción de la acción paralela -la representación cruzada de acciones que ocurrían de forma simultánea- que refinó D. W. Griffith durante su prolífica etapa en Biograph [1908 – 1913]. Dividiendo las secuencias en planos tomados desde distintas distancias y ángulos, Griffith acentuaba el drama y exploraba la psicología de los personajes.
También variaba la distancia de los planos para lograr ritmo y crear distintos estados de ánimo, al tiempo que daba a las transiciones ópticas, como los fundidos, los efectos de iris o las cortinillas, un mayor peso narrativo y expresivo.
Griffith también editaba el movimiento para disimular el re-encuadre y compaginar los planos de manera meticulosa. Pero fueron F. W. Murnau y G. W. Pabst quienes perfeccionaron en Alemania el montaje sin fisuras, cuya capacidad de transmitir información causal, temporal y espacial lo convirtió en un componente clave de la gramática estándar hollywoodense que se extendería a todos los géneros y a todo el mundo a partir de la década de 1920.
Aunque el montaje paralelo surgió con un claro propósito estético, también servía para economizar al permitir filmar los planos sin orden cronológico o salvar escenas fallidas o interpretaciones mediocres reconstruyendo las secuencias a partir de las mejores tomas.
En efecto, los editores muchas veces emplean «trucos» para resolver problemas de bloqueo, raccord o continuidad de la acción y asegurarse de que en las películas se respetan convenciones como la regla de los 180 grados, referida al eje de acción o la de los 30 grados relativa a planos consecutivos del mismo sujeto/objeto, o incluso las secuencias de plano y contraplano. Además, los editores también podemos expandir y contraer los planos explotando técnicas como la cámara lenta o el recorte brusco, más conocido como jumpcut.
La claridad ha sido el principal objetivo del montaje invisible, en particular en el entretenimiento comercial. Sin embargo, esta secuenciación narrativa no siempre ha convenido a los creadores de documentales o del cine experimental. De hecho, el cineasta soviético Sergei Einsenstein era abiertamente hostil a este tipo de montaje, e ideó una forma agresiva de este «dialéctico» para contrarrestar su «tiranía capitalista».
Rescued by Rover
Continuidad en la técnica del montaje paralelo: Un heroico perro sigue la pista de un niño perdido en Rescued by Rover [1905].
Los impresionistas franceses y los expresionistas alemanes también desafiaron su hegemonía, lo mismo que los autores de la nouvelle vague, aunque éstos tanto podían emplear largas tomas de mise en scène, como de elipsis y no linealidad.
El cine estadounidense acabó asimilando la discontinuidad subversiva a finales de la década de 1960, aunque el montaje a través de punto de vista continuó siendo la norma, hasta que una combinación de técnicas televisivas y paquetes de edición digital ha fomentado una serie de planos realizados en cámara en mano, primeros planos y cortes rápidos, a la que el crítico David Bordwell ha llamado continuidad intensificada.
A finales de la primera década de este siglo, le media de la duración de los planos de las películas de Hollywood ha disminuido en un 10%, pasando de 5,15 a 4,74 segundos. Dado que la mayor parte de los espectadores tarda aproximadamente 3 segundos en habituarse a cada nueva imagen, se están viendo obligados a responder a nivel emocional en lugar de a nivel intelectual a estos montajes rápidos que apenas permiten una apreciación del trabajo artístico del reparto y del equipo técnico.
Irónicamente, el hecho de priorizar los elementos gráficos y rítmicos sobre los espaciales y temporales confiere una cualidad más abstracta a las películas comerciales. Pero las audiencias de todo el mundo siguen prefiriendo historias con un principio, un desarrollo y una conclusión.