Charlie Kaufman es uno de los más destacados guionistas del último tiempo. Su imaginativa, frenética y a veces excesivamente creativa, mente, nos ha brindado trabajos como ¿Quieres ser John Malkovich? (Being John Malkovich, 1999) y El Ladrón de Orquídias (Adaptation, 2002) bajo el alero de Spike Jonze y, como olvidar aquella película tan apreciada por el público femenino, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004) dirigida por ese icono snob llamado Michel Gondry.
Pero Kaufman, también ha incursionado en la dirección con la grandilocuente y un tanto fallida Synecdoque, New York (2008), motivo con el cual se hace merecedor de un lugar en esta sección conocida como Dichos del Director, donde hablará sobre qué es lo que importa al escribir guiones y el cuidado que hay que tener.
El escribir guiones es inherente mente peligroso. Piensa en un evento traumático de tu vida. Piensa en cómo lo experimentaste. Ahora piensa en cómo decírselo a alguien un año después. Ahora piensa en cómo lo dirías a la centésima vez. No se mantiene igual.
La mayoría de las personas cree que la perspectiva es algo bueno: puedes descubrir los arcos de los personajes, puedes aplicar una moral, puedes decir el significado y el contexto. Pero esta perspectiva es una malinterpretación: es una reconstrucción con significado, y como tal tiene poco parecido con la realidad.
La otra cosa que influye es el ajustar. Puedes ver qué parte de la historia funciona, qué parte la potencia y cuál la arruina. La maquillas. Tu objetivo es entretener. Esta es la verdad para una historia contada mientras te tomas una cerveza como para una historia contada en una película. No dejen que nadie les diga que es una historia o qué necesitan incluirle. Experimenten, escriban una no-historia. Será una oportunidad para ser diferente.
Les contaré una anécdota. Tiene algo cinematográfico. Suelo trotar por mi barrio y un día mientras corría apareció un sujeto corriendo en la dirección contraria, cansado, jadeando y resoplando. Yo iba bajando una pequeña colina y él iba subiendo. Cuando nos cruzamos dice: “Bueno, claro, es todo cuesta abajo de esa manera”. Me encantó el chiste. Hicimos una conexión. Así que me dije que este tipo era un buen sujeto y que ya éramos amigos.
Semanas después, nos topamos nuevamente y pienso: “Ahí está ese tipo tan simpático.” Cuando nos cruzamos dice: “Bueno, claro, es todo cuesta abajo de esa manera”. Ahí pienso: “Oh, ok. Es que tiene un repertorio, no es que yo sea especial. Probablemente se lo dice a todos y quizás ni siquiera me recuerda… pero ok”. Me reí, pero esta vez mi risa fue un poco forzada.
Tiempo después nos cruzamos nuevamente y dijo lo mismo. Pero en esa ocasión él iba bajando la colina mientras yo subía, así que su chiste no tuvo ningún sentido. Comencé a darme pena de la situación porque sentía vergüenza ajena y quizás había algo malo en él. La situación siguió ocurriendo. Habrá pasado unas siete u ocho veces más. Empecé a esquivarlo.
Me gusta la idea de que la historia cambia con el tiempo a pesar de que nada ha cambiado en el exterior. Lo que ha cambiado es todo en mi cabeza y tiene que ver con la comprensión por parte de mi personaje. Y la historia sólo puede ser contada de una forma particular. No se puede decir en una pintura.
El punto es: que es muy importante que lo que haces es específico para el medio en el que lo estás haciendo, y que utilice lo que es específico de ese medio para hacer el trabajo. Y si usted no puede pensar en por qué debe ser hecho de esta manera, entonces no hay que hacer.
¿Cuál es tu película favorita de Charlie Kaufman y por qué?
2 comentarios
Adaptation de todas maneras
Buenísimo, preciso, interesante.