Los lunes son los días de Dichos del Editor. Hoy cuenta su experiencia Dylan Tichenor, quien ha trabajado con directores como Paul Thomas Anderson, Ang Lee y Kathryn Bigelow.
En esta ocasión, Tichenor se explaya sobre lo importante que es experimentar al momento de montar y de como los detalles pueden darle mayor profundidad a pieza audiovisual.
En Magnolia, There Will Be Blood y The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, hay momentos prolongados en los que se deja que el público se adentre profundamente en una zona. Soltamos las riendas y dejamos que sus mentes vaguen un poco. Puede ser muy peligroso dejar que la mente vague, porque te arriesgas a sacrificar sectores de tu público, pero también puede resultar muy eficaz. Hay que ir con mucho cuidado al hacer este tipo de cosas. Pero hay que hacer arte, esto es indudable; tiene que haber sitio para cosas así en el cine estadounidense. No todos los filmes tienen que ser Spider-Man, Iron Man o Transformers. Pero también se puede ir demasiado lejos en la dirección contraria si el ritmo se ralentiza hasta el punto de que se detiene el movimiento de ideas, y como montador, no me gusta llegar a ese punto. Mi trabajo consiste en ser un sustituto del público, y a veces hay que recortar escenas o eliminarlas por completo. Por supuesto, el trabajo del director consiste en llevarme la contraria y decirme: «No, esto va a ser bueno». Otras veces, el director irá en la dirección contraria y dirá: «Más rápido, Dylan, ¿qué estás haciendo?». Por eso es bueno que haya dos personas implicadas. De hecho, hace tres o cuatro años pasó algo muy gracioso: Paul (Thomas Anderson) estaba viendo Magnolia en la televisión, y cuando terminó me mandó un mensaje: «Perfecto, Dylan, Magnolia es demasiado larga. Muchas gracias».
Puede que Brokeback Mountain sea triste y densa en diálogo, pero el movimiento de ideas de la película no es lento. Hay una gran diferencia. Si hay una perspectiva cambiante o una información nueva, no hay por qué cortar rápido o hacer pirotecnia con el montaje. Ang Lee es un maestro, y está increíblemente centrado en la historia que cuenta. Tiene un estilo propio. Podía sentarse a mi lado durante 30 minutos sin decir nada, sólo viéndome trabajar, y probablemente las vibraciones que me transmitía condicionaban lo que yo estaba haciendo.
Tuvimos una conversación muy larga sobre Brokeback Mountain y esos momentos de transición en los que se ve agua fluyendo. Yo había dado la vuelta a dos o tres planos para que el agua corriera de izquierda a derecha. Ang me preguntó: «¿Has girado estos planos?». Y yo dije que sí, porque el movimiento de izquierda a derecha sugiere que el tiempo pasa, y él comentó: «Ah, para mí, el movimiento de derecha a izquierda es el que sugiere el paso del tiempo»; porque, evidentemente, el chino se lee de derecha a izquierda. Acordamos partir los planos, de forma que en una mitad el agua fluyera de izquierda a derecha a derecha y en la otra mitad de derecha a izquierda.
Cuando veo el material de un día de rodaje, siempre intento buscar una profundidad inesperada en un momento o en un personaje, algo que me sorprenda o que me llame mi atención. Por lo general, esto no se encuentra en el tema central de la escena. Puede ser algo minúsculo –tres fotogramas en los que el personaje se toca fugazmente la oreja– pero estas cosas añaden algo a la película. La mayoría de espectadores e incluso algunos directores no se dan cuenta, pero los montadores ven el filme fotograma a fotograma. Sabemos cuál es la diferencia entre añadir o eliminar un fotograma. Si dejo que el parpadeo termine, parece una cosa. Si lo detengo a la mitad, parecerá otra. No es lo que va a hacer que una película sea buena o mala, pero esos pequeños matices pueden hacer que el público se sienta más cerca de un personaje.
4 comentarios
Gracias por los buenos comentarios! 🙂
Muy buen artículo.
Muy buen articulo, estudiar cada fotograma para lograr una intención en el espectador es algo que solo un montajista experimentado podria realizar.
excelente