Gracias a la llegada de las publicaciones especializadas y de Internet, la crítica de cine, que a lo largo del siglo pasado experimentó una evolución radical, tiene hoy en día más salidas que nunca. Los críticos sueles determinar las perspectivas comerciales de una película y el modo en que se interpreta [como arte o como entretenimiento].
En nuestros apartados de cada martes dedicados a las 100 ideas que cambiaron el Cine dedicamos una a la crítica que a veces se hace tan despiadada y que muchas veces logra desviar al público de una u otra película en las salas de Cine.
Idea n° 74 | La Crítica: Todos podemos ser críticos
Sin perjuicio de la crítica de The Kiss, de Edison, que apareció en la revista literaria Chap Book el 15 de junio de 1896, el cine se consideró en un primer momento como algo novedoso en lugar de culturalmente significativo. Las publicaciones recogían la propaganda que hacían los creadores de las películas, y los primeros artículos sobre cine eran esencialmente resúmenes objetivos del argumento. Desde entonces, los productores y los distribuidores han concebido las campañas de promoción y el acceso al talento con el fin de provocar respuestas positivas en los estrenos por parte del público.
Gran número de la fanzines que surgieron en la década de 1920 se contentaban con presentar una combinación de glamour y cotilleos. Pero los estudios técnicos y los principios estéticos que contenía el libro de Vachel Lindsay, The Art of the Moving Picture [1915] estimularon una crítica más informada que dio al cine mayor respetabilidad. Además, estos nuevos críticos-teóricos crearon las instituciones cinematográficas que pusieron en contacto a las audiencias urbanas con las estrellas internacionales, e incluso tradujeron tratados de Vsevolod Pudovkin o Sergei Eisenstein.
De todos modos, a pesar de la obra de pensadores influyentes como Rudolf Arnheim, Béla Balázs o Siegfried Kracauer, la gran mayoría de las reseñas cinematográficas continuaban siendo más evaluativas que analíticas. Siguiendo el ejemplo del crítico cinematográfico estadounidense James Agee de encajar un «lenguaje coherente» dentro de un «espacio viable«, muchos críticos arremetieron contra las películas estadounidenses por la falta de realismo con que presentaban la vida. En todo el mundo, la crítica se mostraba implacable con las industrias nacionales que imitaban los recursos de Hollywood en lugar de forjar estilos más específicos.
Inspirados por el editor André Bazin, los fanáticos cinéfilos de Cahiers du Cinéma fueron particularmente feroces en su denuncia de las películas francesas de la posguerra y establecieron la politique des auteurs. [o la teoría del autor, que veremos más adelante, en la idea n° 77].
Las contiendas entre los críticos Andrew Sarris y Pauline Kael en Estados Unidos, y entre las publicaciones Movie y Sight & Sound en Gran Bretaña encarnan el cambio en las preocupaciones de los críticos, lo que coincidió con la creación de los estudios de cine como una disciplina universitaria y con la visión a la que se sometió al cine de acuerdo con los principios del marxismo, el feminismo, el activismo gay, el psicoanálisis, la semiótica, el posmodernismo, el estructuralismo y el postestructuralismo. De todos modos, las valoraciones de las mejores películas y el panteón de autores decidido por los «jóvenes turcos» de Cahiers du Cinéma antes de que empezaran a dirigir sus propias películas ayudaron a establecer el canon que sigue siendo fundamental en cualquier debate serio sobre cine.
El panorama contemporáneo ha cambiado mucho. Los estudios pegan carteles con encuentros de fans no profesionales, la crítica escrita [o más bien en soporte papel] está desapareciendo, y los académicos se pierden en digresiones metafísicas en Internet.
¿Algún crítico de Cine al que respeten?