Una pintura es un poema sin palabras. De eso no tenemos dudas. Por eso al momento de estar frente a un retrato, uno se queda maravillado, absorto, obnubilado.
Esa misma fascinación fue la que impulsó a Rino Stefano Tagliafierro, quien se atrevió a insuflar de vida algunas de las más bellas obras pictóricas. ¿Quieren ver el resultado?
Mella, Tiempo voraz, del león las garras,
deja a la tierra devorar sus brotes,
arranca al tigre su colmillo agudo,
quema al añoso fénix en su sangre.
Fueron decenas de pinturas las que Rino tomó en sus manos y les dio nueva vida, de tal forma que nuestras percepción al volver a observarlas cambia radicalmente.
El trabajo es voluntarioso y delicado, sin intervenir excesivamente en el original, pero ese pequeño detalle, ese sutil pestañeo hace que encaremos una obra nueva. Un verdadero tributo a la belleza y al arte, un recorrido por las emociones que embargan al espíritu humano desde siempre: ternura, sensualidad, amor, destrucción y muerte.
Nuestro parabienes a Rino Stefano, porque consiguió que los redactores de Editando nos diéramos cuenta que aun tenemos corazón. Ahora sólo queda en ustedes el darse un regalo y disfrutar de esta belleza.
Saludos.-