La audiencia de las películas de Hollywood era predominantemente femenina en la década de 1950, aunque los primeros puestos de los estudios los ocupaban en exclusiva hombres. La teoría fílmica femenina planteó en la década de 1970 un desafío radical a este desequilibrio, pero ¿ha cambiado algo en el fondo?
Un nuevo martes ha llegado y como de costumbre nos ponemos teóricos para revisar aquellos puntos históricos y las 100 ideas que cambiaron la historia del Cine. Siga leyendo que no hay desperdicio.
Idea n° 86 | La teoría fílmica feminista: Desafiar la mirada masculina
A pesar de sus distintas personalidades, estrellas mudas como Lilian Gish, Gloria Swanson, Greta Garbo o Clara Bow interpretaban personajes independientes que despertaban la admiración tanto de hombres como de mujeres. En la época sonora, continuaron esta tendencia Marlene Dietrich, Bette Davis, Joan Crawford o Katharine Hepburn.
Pero mientras que Frances Marion, Anita Loos o Dorothy Parker eran guionistas respetadas, y otro tanto sucedía con Hedda Hopper y Louella Parsons, las dos columnistas más poderosas de Hollywood, pocas mujeres imitaron a June Mathis en la labor de producir películas. Y, tras los esfuerzos pioneros de Alice Guy Blaché y Lois Weber, sólo Dorothy Arzner e Ida Lupino dirigieron largometrajes durante la época de los estudios.
La estereotipación de los personajes femeninos y la docilidad que las mujeres fueron obligadas a mostrar en pantalla para habituarse a los papeles que les asignó la jerarquía patriarcal consternó a las críticas que surgieron de la segunda ola feminista.
En la vanguardia, tanto Popcorn Venus [1973], de Marjorie Rosen, como From Reverence to Rape [1974], de Molly Haskell, adoptaron un acercamiento sociológico-empírico para denunciar la situación.
Homólogas británicas como Claire Johnson o Laura Mulvey acudieron a la semiótica, al marxismo althusseriano o al psicoanálisis lacaniano para demostrar que el cine mayoritario estadounidense no sólo reflejaba las actitudes sociales, sino que también ayudaba a reforzarlas.
En su ensayo seminal de 1975 Visual Pleasure and Narrative Cinema, Laura Mulvey afirmaba que las películas de Hollywood trataban sobre hombres que perseguían, investigaban y penalizaban a las mujeres porque su diferencia hacía que tanto personajes como productores y espectadores del sexo masculino sintieran amenazada su masculinidad.
Tales códigos y convenciones dejaban a las mujeres con sólo dos opciones como espectadoras: aceptar la pasividad de los personajes femeninos en pantalla o asumir la mirada masculina para la que se había concebido semejante idealismo sensualizado.
Alrededor de esta época, evolucionó un contra-cine feminista estilísticamente influido por Sergei Eisenstein, Bertolt Brecht y Jean-Luc Godard. Sin embargo, películas como Jeanne Dielman, 23 Quai du Commerce o 1080 Bruxelles, de Chantal Akerman; India Song, de Marguerite Duras [ambas de 1975]; Riddles of the Sphinx [1977], de Laura Mulvey y Peter Wollen; y Golddiggers [1980], de Sally Potter, tuvieron una influencia fílmica limitada. Sin embargo, sí suscitaron una reacción académica que llevó a Mulvey a abordar la cuestión de la mujer como espectadora propugnando una concepción de identificación transexual basada en la fantasía de omnipotencia fálica y preedípica.
Al analizar Duelo al Sol [Duel in the sun, 1946], de King Vidor, Mulvey sugirió que las mujeres podían identificarse con el oprimido personaje de Jennifer Jones bien compartiendo masoquistamente su sufrimiento o bien, asumiendo la perspectiva masculina y cosificándola.
Pero a medida que los géneros tales como el western, el cine negro y el de terror eran desprestigiados con acusaciones de castración, fetichización y sadismo, desde el mundo académico empezó a reivindicarse la mirada feminista mediante la celebración de las vamp, las femmes fatales y la «chica final» de las películas de terror, cuya supervivencia feminizaba a la audiencia obligándola a abandonar la identificación masculina.
Al final, al sustituirse el énfasis en las teorías psicoanalíticas por debates sobre cuestiones que habían sido descuidadas, como temas de clase, raza, edad y orientación sexual, la teoría fílmica feminista empezó a diversificarse y los resultados se plasmaron en películas de talentos internacionales como Margarethe von Trotta, Jane Campion, Kathryn Bigelow, Julie Dash, Ann Hui o Claire Denis.