Como normalmente no hay que pagar derechos para hacer remakes, a los productores les gusta recuperar tanto películas clásicas como otras más oscuras con la esperanza de atraer a los espectadores que ya están familiarizados con el original, así como a quienes lo conocen sólo de oídas o les es del todo ajeno. Pero la aversión al riesgo no es el único motivo por el que se hacen estas versiones.
Luego del salto y en otro más de los martes con historia audiovisual en Editando, te presentamos la número 92 de las 100 ideas que cambiaron el Cine. Siga leyendo y no olvide compartir con sus amigos en redes sociales.
Idea n° 92 | Los Remakes: ¿Qué hay de nuevo?
Jean Renoir dijo una vez que los directores a menudo se pasaban toda su carrera haciendo una y otra vez la misma película. En teoría, explorar temas recurrentes en un estilo personal reconocible es algo propio de autores, pero también los artistas y los artesanos han creado siempre remajes de sus propias obras, entre ellos Cecil B. DeMille, Yasujiro Ozu, Howard Hawks o Michael Haneke.
Los críticos han tendido a mirar con buenos ojos esta repetición de un título propio, pero que un director realice una versión de una película ajena suele menospreciarse como prueba de indolencia creativa y de conservadurismo comercial.
A pesar de ello, los cineastas han reciclado con éxito argumentos desde la primera década de la historia del cine, cuando la inexistencia de una legislación sobre copyright facilitaba la aparición de remakes. Así, se revisitaban con frecuencia obras literarias de dominio público; e incluso cuando los estudios empezaron a comprar derechos, lo hacían a perpetuidad para permitir futuros remakes sin costo adicional.
Estas fuentes de éxito ya probado se renovaban normalmente o bien por fidelidad, o bien en un esfuerzo por actualizarlas para las nuevas generaciones. Sin embargo, los remakes también se han llevado a cabo para rendir homenaje a adaptaciones previas o para hacerlas más superficiales.
Muchos directores de remakes buscan hacer justicia a premisas prometedoras cuyo desarrollo no ha estado a la altura. Algunos se deleitan utilizando mejoras en el sonido, el color o en los efectos especiales para realzar la calidad audiovisual de la acción, mientras que otros son expertos en trasladar éxitos extranjeros a nuevos escenarios para alcanzar públicos nuevos y, a menudo, de mayor magnitud.
Ningún remake es una mera duplicación plano por plano. Incluso el servil remake de Psicosis realizado por Gus Van Sant en 1998 se diferencia en varios aspectos del original en 1960 de Alfred Hitchcock.
Los remakes esenciales se producen con sólo variaciones menores de argumento, caracterización, diálogo, escenario y forma. En cambio, los revisionistas intentan dar un sesgo totalmente nuevo al material; mientras que los no oficiales o «disfrazados» colocan la acción principal en otro entorno o cambian el título para que no coincida con el original, que a veces ni siquiera se cita. Los remakes que cambian de género son a menudo igual de audaces, al permitir que los argumentos se reimaginen.
En la época dorada de Hollywood, por ejemplo, se musicalizaron varios estilos de películas. Bollywood ha adoptado recientemente esta tendencia insertando números musicales en versiones de Reservoir Dogs [Kaante, 2002] o E.T. [Koi… Mil Gaya, 2003].
Original vs Remake: La sección de Salfate
El nunca bien ponderado Juan Andrés Salfate impuso esta sección en el programa de conversación Así Somos donde algunas noches presenta las diferencias entre películas originales y sus re versiones. Acá una muestra.
La conexión entre remakes procedentes de la pequeña pantalla y su fuente es a menudo tenue, como en el caso de Embrujada [2005]. Tanto si se trata de homenajes como de parodias, pocos trasvases desde la televisión han funcionado bien en taquilla. Lo cierto es que junto con el video y el DVD, la pequeña pantalla ha contribuido de manera significativa a la cultura de los remakes, pues ha ayudado a los espectadores a familiarizarse con la historia del cine.
Gracias a este conocimiento, ha sido fácil financiar y promocionar remakes tan diversos como El Precio del Poder [Scarface, 1983], Tienes un E-mail [You’ve Got a Mail, 1998] o Déjame entrar [Let Me In, 2010]. Por ello, y mucho más, las industrias cinematográficas continuarán haciendo remakes.