En los Dichos del Editor de esta semana volvemos a tener a Thelma Schoonmaker, la incombustible colaboradora de Martin Scorsese, quien es esta oportunidad hablará sobre improvisaciones y errores de continuidad.
Hay un gran misterio en la edición de películas, y eso se debe a que no debes verlo demasiado. Supones que una película tiene un cadencia, ritmo y drama, pero no necesariamente te preocupas por cómo se logró eso. Esto se debe a que hay poca comprensión sobre que es realmente una gran edición. Una película deslumbrante, que tiene cortes rápidos y explosiones recibe particular atención. Por ejemplo, con El Aviador, con la que gané un Oscar, estoy segura que la decisión fue tomada en gran manera por cada elaborado accidente de avión que Howard Hughes tuvo. Es tan dramático que realmente puedes ver la edición, pero para mi, y para muchos editores y directores, es más interesante la edición que no es visible. Si las decisiones son para construir un personaje, una interpretación, por ejemplo, o como ordenas las escenas en una película, si no funcionan apropiadamente, entonces puedes obtener un mejor trabajo dramático.
En el Lobo de Wall Street, Scorsese vio que tenía un grupo de actores que eran maravillosos para la improvisación, así que confió en hacerlo así, lo que significó que una escena de dos páginas en el guión se convirtiera en 5 minutos o más. Así que el corte original fue mucho más largo que el distribuido –y «original» no significa que fuese el corte correcto. Tuvimos que recortar las improvisaciones con mucho, mucho cuidado, para no perder la fuerza que tenían.
Teníamos ciertas secuencias que fueron diseñadas bellamente por Scorsese: por ejemplo, los planos iniciales de la película están cuidadosamente pensados, la forma en corta de un plano al otro está planeado al detalle en su mente. Él tenía todo planificado para generar un gran impacto al principio de la película. Y de la nada te encuentras con la escena maravillosa en el restaurant donde Matthew McConaughey le enseña a Leonardo DiCaprio sobre Wall Street y quieres quedarte ahí gracias a la improvisación. Los aportes que todos dieron hicieron que la película creciera y en especial esa escena.
Fue difícil para nosotros conseguir un ritmo en esta película. Nuestros trabajos anteriores quizás tenían más ímpetu para seguir adelante. Para las personas que gustaron de la película, sientes que avanza demasiado rápido. Para aquellos que la odiaron, todo lo contrario. Las improvisaciones fueron muy divertidas de cortar–había pasado mucho tiempo desde que tuvimos tanto material improvisado. Realmente me encanta, siempre me ha gustado, porque es como un gran rompecabezas que tienes que armar: ¿Cómo diablos vas a juntar esto y hacer que parezca una escena dramática?
La prioridad absoluta es tener la toma con la mejor interpretación, y de verdad no entiendo porque las personas se complican con la continuidad, porque si miras películas a través de la historia, veras que hay enormes errores de continuidad por todas partes, especialmente cuando las vemos con la relación de aspecto de la Academia, donde puedes ver más del encuadre. Incluso en The Red Shoes, una película de la que nadie suele quejarse, tiene enormes fallos de continuidad y no importan. ¿Sabes por qué? Porque eres llevado por la potencia de la película. Así que en nuestra historia de cortar las improvisaciones, decidimos irnos por las interpretaciones, o en este caso en particular con el humor de la frase, en lugar de intentar asegurarnos que una taza de café esté en el lugar correcto.
Recuerdo cuando fui nominada a un Premio de la Academia por GoodFellas y perdimos frente a Dance with Wolves en edición. El Editor de esa película me dijo: «¿Por qué tuvieron ese error de continuidad?» y le respondí «¿Cuál? ¿Cuál error de continuidad? Tenemos cientos de ellos?» Él se refería a la escena en la que Paul Sorvino y otro actor, que era un amateur maravilloso, que sin embargo no sabía encender un cigarrillo. Para nosotros fue mucho más importante conseguir una maravillosa interpretación de este actor novato que preocuparnos en que mano de Paul Sorvino está en cigarrillo. Uno no quiere hacer esto, uno debería esperar no hacerlo, pero si tienes que elegir entre una bella y limpia frase y una risa, siempre elegiremos la risa.