La última entrada de Dichos del Editor de este 2014 tiene como protagonista a Susan E. Morse, a quien los más curiosos por la trivia cinéfila la recordarán por su trabajo junto a Woody Allen en algunas de las películas más importantes del realizador norteamericano como Manhattan, Hannah y sus Hermanas y Crimen y Pecado.
En esta ocasión las palabras de Susan hablan sobre sus primeros años, como entró en el tema del montaje y su primer trabajo junto a Allen en Annie Hall.
«Mentiría al decir que decidí convertirme en editora o que alguna quise convertirme en una. Creo que se debió a que estaba temperamentalmente preparada porque siempre disfruté resolver problemas —matemáticas fue una mis materias preferidas en la escuela— y siempre disfrute de los deportes en equipo. Supongo que la analogía que quiero conseguir es que la realización de películas es fundamentalmente un tema de trabajo en equipo, y editar es una oportunidad —la última, de hecho— para destacar las fortalezas de cada miembro del equipo y quitar las debilidades de cada persona, con la esperanza de conseguir que todo el equipo se vea bien.
Una película tiene una gran chance de triunfar si todos trabajan para lograr lo mejor para la película en lugar que por su propio ego. Con las películas de Woody (Allen) hemos tenido la suerte de trabajar con casi el mismo equipo por varios años. Conocemos las fortalezas y debilidades de cada uno de nosotros y nos ayudamos mutuamente para sacar lo mejor de cada uno. Woody es la clave en todo esto gracias a que su perfeccionismo nos inspira a todos a esforzarnos al máximo, pero Bobby Greenhut, su productor, también se merece el mérito por darle a cada departamento suficiente autonomía para permitir la creatividad. Él nos entrega comentarios honestos e incisivos y nos da palmadas en la espalda cuando es necesario.
Un mes después de llegar a la Escuela de Cine de la NYU (New York University), junto con un amigo descubrimos un tablero de anuncios donde había una oferta de trabajo en la sala de edición de una película que Roberta Hodes, una de nuestras profesoras, estaba dirigiendo. Fuimos directamente a su oficina y nos dijo que éramos los primeros postulantes al trabajo y que el único requerimiento era que supiéramos cortar. Bueno, ambos sabíamos hacerlo por lo que Roberta sólo tuvo que escoger entre nosotros. Me eligió a mi.
Aprendí rápido trabajando en la película de Roberta, por lo que Jack Sholder, el editor de Roberta, me recomendó con Ralph Rosenblum para ser aprendiz. De verdad agradezco el haber estado en la escuela de cine al mismo tiempo que trabajando en salas de edición profesionales. Durante el día veía como un editor experimentado luchaba y resolvía problemas de edición y por la noche, me tocaba enfrentarme a problemas en mis propias películas e intentaba soluciones similares. Cada experiencia enriqueció a la otra.
La primera película en la que asistí a Ralph se llamaba “Remember Those Poker-Playing Monkeys”, la cual no se estrenó en New York hasta tres años después con el título de “The Great Georgia Bank Hoax” (Joseph Jacoby, 1978) y creo que estuvo sólo un fin de semana. La siguiente película fue Annie Hall, un trabajo que elegí en lugar de regresar a la NYU para mi segundo año de carrera. Preferí que me pagaran mientras aprendía en lugar de endeudarme aún más. Aposté por ser educada por Ralph y Woody, algo que realmente hicieron.
La experiencia de trabajar en Annie Hall estuvo marcada por el hecho que Ralph y Woody preguntaban mi opinión y parecía que la tomaban en cuenta, algo que realmente me halagaba. Estuve ocupada con tareas típicas de un asistente, pero aún así mantuve una oreja puesta en las conversaciones entre Ralph y Woody. Siempre fue interesante escuchar porque una toma era elegida en lugar de otra, donde ellos sentían que algo era flojo, cómo afectaba el humor y como a veces los chistes afectaban la historia y disminuían el impacto emocional de la película.
Mi recuerdo más vívido fue el día en que Ralph sugirió un montaje de con los momentos que Annie y Alvy habían compartido al final de la película. Mientras Woody y Ralph discutían los pros y los contras, me imaginé la secuencia en mi mente y comencé a revisar los libros de notas en busca de las posibles candidatas. Para cuando decidieron seguir adelante, yo había marcado prácticamente todos los cortes que se ven en la versión final. Cuando Ralph se giró para pedirme que viera el material en bruto para ver que necesitarían yo simplemente se lo pasé. Fue un momento fantástico para mi porque me sentí parte del proceso. Estoy segura que para ellos también lo fue porque no tuvieron que esperar después de tomar la decisión de intentar algo y la oportunidad de ejecutar dicha decisión.
Creo que la mayor lección que aprendí de Ralph fue pensar en la película en que trabajaba como si fuera el material de un documental que grita por tener coherencia, en lugar de ser tan estricta como si fuese un guión lineal. Es bastante liberador permitir que el material te guié, incluso si eso significa desviarte del énfasis implícito del guión. Annie Hall se encontró a si misma en la sala de edición, lo que no significa que los dailies no fueren fantásticos, porque lo eran, ni tampoco que le de todo el crédito a Ralph. Ralph merece mucho del crédito por el éxito de la película, pero como presencié en la sala de edición, no fue el trabajo de un solo hombre. Fue trabajo en equipo, la colaboración entre Ralph y Woody, lo que hizo que el trabajo de la película fuera un éxito y que, tangencialmente, me inspirara a seguir con la edición, al menos por un rato.»