La añorada sección de Dichos del Editor, aclamada a gritos por los lectores de Editando está nuevamente en marcha y semana a semana les volverá a traer la experiencia de aquellos importantes personajes que solemos olvidar al hablar de una película pero que sin ellos todo se vería muy distinto.
Harold F. Kress (1913-1999) fue uno de los editores más respetados de la industria cinematográfica estadounidense. Entró en la industria desde joven y trabajó en más de 50 grandes producciones y recibió el reconocimiento de sus pares cuando American Cinema Editors (ACE) le entregó en 1992 el Lifetime Achievement por una vida de logros.
Por eso hacemos eco de sus palabras, su espíritu y deseo de siempre aportar, compatir y dar siempre lo mejor. Igual que Editando. ¡Qué lo disfruten!
He estado en Hollywood desde que era un niño. Mi padre compró la esquina noreste de Hollywood y Vine. Terminamos con siete drugstores en Hollywood Boulevard. Mervyn LeRoy descubrió a Lana Turner en la fuente de soda de la tienda de Sunset. Todos los sábados poníamos un cajero en mitad de la tienda y la gente que venía desde Universal City y los demás estudios podía cobrar sus cheques. Cuando tenía ocho años, Wallace Reid solía recogerme en la tienda de nuestra esquina en su gran Duisenberg y me dejaba en el cine. Nunca pensé que iba a terminar en el negocio del cine porque creía que iría a la UCLA para ser abogado. Pero entonces llegó la Gran Depresión, mi padre perdió más de tres millones de dólares en una noche, por lo que todos tuvimos que trabajar. Mi padre abrió un pequeño restaurante en Hollywood Boulevard. Fui maitre por las noches mientras que en las mañanas iba al colegio. Una noche, Bernie Hyman, la mano derecha de Irving Thalberg en MGM, entró en el restaurante. Era un viejo amigo de la familia. Me preguntó «¿Cómo lo estás llevando?» a lo que respondí «Trabajar en la noche e ir a la escuela es más difícil de lo que pensé«. Me dijo «Me gustaría que conocieras a Irving Thalberg, ven al estudio mañana a las 9:30«. Fui y Irving Thalberg, el dios de Hollywood, me habló por una hora. Así conseguí un trabajo en el cuarto de pruebas.
Un día le pregunté a un director si podía ver los dailies junto a él. Mientras mirábamos el decía «me gustó esto o esa toma es mejor«. No teníamos grabadoras de cintas, fui uno de los primeros en usarlas en la sala de proyecciones cuando salieron, pero por aquel entonces hacía garabatos por el reporte de laboratorio. Él decía «usa tu juicio, quiero presentar a la persona que estoy probando, así que no te preocupes por las acciones de los actores«. Entonces intuí algo en eso. A ellos les gustó y dijeron, «Bien, sigue así«.
La versión de 1941 del Dr. Jekyll y Mr. Hyde todavía no iniciaba sus filmaciones. Fui a ver a Spencer Tracy y le pregunté si sabía como iban a hacer las transiciones de Jekyll a Hyde y viceversa. Dijo que un cámara fija había sacado varias fotos de su cabeza. Habían contratado 65 animadores e iban a hacerlo a la vieja usanza. Hicieron animaciones con su rostro y luego se lo mostraron a Walt Disney para ver que sugería. Disney dijo, «Esto es terrible, es un montón de basura, tienen que encontrar una mejor forma de hacerlo«.
Vi otras dos películas de Jekyll y Hyde. Cada vez que mostraban a Jekyll y Hyde, Fredric March bajaba sus manos y ahí hacían un corte, el pelo comenzaba a crecer, corte, corte, todo a través de cortes directos. Le dije a Spencer, «Tengo una idea. La cámara estará fija y adosada al piso del escenario así nadie podrá moverla. Cerca tuyo tendremos a una de esas cámaras viejas con el gran disco detrás donde un artista te dibujará. Sólo voy a filmar tu rostro, será realmente efectivo si podemos ver como tu cara va cambiando. Habrá una gran mesa de maquillaje con todas las piezas para tus cambios estarán ahí y tu estarás en una silla de barbero con ruedas». Spencer se entusiasmo con la idea. Fuimos a ver al director, Victor Fleming y dijo, «Harold, Spencer y yo tenemos fe en ti, así que adelante y hazlo. Tienes que hablar con Victor Saville, el productor«. Saville dijo, «Jovencito, sólo eres un editor en esta película y estas cosas no son tu maldito negocio así que estás despedido«.
Dejé el estudio y me fui a casa. Mi esposa Zelda dijo al verme «¿Qué haces aquí?» y le respondí «Me despidieron«. Entonces sonó el teléfono y era el asistente del director y me contó «Escuchamos que no estabas en el estudio«. Fleming canceló el día de filmación, con Ingrid Bergman, Lana Turner y Spencer Tracy en el set, lo que significa un día costoso. Él y Spencer fueron a ver a Louis B. Mayer y le dijeron «Queremos que Harold lo haga, es la única forma sino tendremos que hacerlo a la antigua, sólo con cortes directos«. Mayer tomó el teléfono y llamó a Ben Goetz en el estudio de Londres, «Llama a Victor Saville y dile que tienes una película con problemas y que debe ir a Londres mañana a primera hora«.
Trabajar con Tracy fue un sueño. Hubo más de 40 cambios de maquillaje. Para tener un registro perfecto teníamos que sacarlo hacia atrás y luego realinearlo. Un artista hacía un bosquejo suyo y después nos guiábamos con su nariz para alinear. No podías tocar la cámara, yo estaba a unos tres metros con un control remoto. La cámara nunca se cambió y por la noche, un guardia se quedaba en el set.
Durante las grabaciones yo tenía que decir «Ok Spence, listo, estamos grabando, ahora un poco más de gesticulación, un poco más, quéjate, quéjate, corten«. Fueron unos 46 momentos así. Hubo un par de ocasiones en las que los ojos se vieron borrosos pero no podía evitarlo, tenía que hacer muchas series de disolvencias. El resultado fue que podías ver su rostro. Para la escena cuando muere, Spencer quería decir algo. Sugerí, «Hagámoslo como un número musical con playback. Haremos la pista de audio primero«. Conseguí una nominación al Oscar por mi trabajo. La película no lo consiguió. Los editores sabían que yo había dirigido a Spencer. Si la película no es buena, no va a serlo gracias a los actores o el estudio. Nunca va a ser buena por tu reputación, así que al diablo con eso, tienes que esforzarte al máximo y aportar con ideas.