No podemos estar mucho tiempo en Dichos del Editor sin volver a recoger las palabras de Walter Murch, quien tiene el honor (?) de ser el que más apariciones tiene en esta sección.
En esta oportunidad Murch se explaya sobre la relación que debe existir entre el Director y el Editor. ¿Interesante, cierto?
“En muchos sentidos, el montador de una película cumple el mismo papel con respecto al director que el que un editor desempeña frente a un escritor. Le aconseja ciertos caminos, le previene contra otros, se plantea si es necesario incluir material específico en la obra terminada o bien añadir nuevas escenas. Al final del día, sin embargo, es el escritor quien se marcha a juntar palabras.
Pero en una película, el montador comparte la responsabilidad de unir las imágenes [es decir, las «palabras»]en un cierto orden y de acuerdo a cierto ritmo. Y aquí entra el papel del director de guiar y aconsejar tanto como lo haría con un actor que interpreta un personaje. Así que parece que la relación entre un montador y un director en una película oscila hacia delante y hacia atrás a lo largo del proyecto, el numerador pasa a ser el denominador, y viceversa.
En la terapia del sueño existe la técnica de emparejar al paciente —el soñador, en este caso— con otra persona que está allí para escuchar el sueño. En cuanto se despierta, el soñador se reúne con su oyente para relatarle el sueño de la noche anterior. A menudo no hay nada o tan solo una única imagen más bien decepcionante, pero suele ser suficiente para iniciar el proceso. Una vez que la imagen se ha descrito, la tarea del oyente consiste en proponer una secuencia imaginaria de sucesos basada en ese fragmento. Por ejemplo, todo lo que se ha recordado es un avión. El oyente propone inmediatamente que debe de haber sido un avión de pasajeros volando sobre Tahiti cargado con pelotas de golf para un torneo en Indonesia. Tan pronto como oye esta descripción el soñador se encuentra a sí mismo protestando: «No. Era un biplano, sobrevolando los campos de batalla de Francia, y Anibal estaba arrojándole flechas desde su legión de elefantes». En otras palabras, el propio sueño, escondido en la memoria, se alza para defenderse cuando se le desafía con una versión alternativa, y de este modo se revela a sí mismo. Esta revelación acerca de biplanos y elefantes puede, a su vez, mover al oyente a elaborar otra improvisación, que sonsacará un nuevo aspecto del sueño escondido, y así sucesivamente, hasta que el sueño quede revelado hasta donde sea posible.
En la relación entre director y montador, el director es generalmente el soñador y el montador, el oyente. Pero incluso para el mejor preparado de los directores, hay límites a la imaginación y a la memoria, particularmente en el nivel de los pequeños detalles, y así la tarea del montador consiste en hacer propuestas alternativas como cebo para conseguir que el sueño dormido se levante en su defensa y se revele más completamente. Y esas propuestas se extienden desde el más amplio nivel (¿debería tal o cual escena retirarse de la película en bien del conjunto?) al más pormenorizado (¿debería este plano acabar en este fotograma o bien 1/24 de segundo más tarde, en el próximo fotograma?). Pero en ocasiones el soñador es el montador y el director es el oyente, que es entonces quien pone un cebo para que el sueño colectivo revele más de sí mismo.
Como sabe cualquier pescador, es la calidad del cebo la que determina la clase de pez que vamos a pescar.”