Tras una semana de ausencia vuelven los Dichos del Editor, espacio que sirve para reunir los comentarios de recordados montajistas del cine. Hoy tenemos a William Reynolds (1910-1997), quien trabajó en varias ocasiones con Robert Wise, pero que en esta oportunidad compartimos parte de su experiencia trabajando en The Godfather. Imperdible.
«Veo el trabajo del editor como la manera de conseguir la mejor versión posible de la película que el director anhela. Siempre debes recordar que es la película del director.
Aunque en un principio uno se interese en un proyecto por un director, me importa más el guión. He tenido varias malas experiencias trabajando en películas con directores talentosos y con guiones flojos. Puedes esforzarte al máximo y hacer tu mejor trabajo en películas con malos guiones pero aún así no brillarán. Un buen guión hace toda la diferencia del mundo.
Cuando llegué a Hollywood desde el este, conseguí un trabajo en el departamento de empleos en la 20th Century Fox, donde nos llamaban el «swing gang». Me interesaba la edición y me presenté en la puerta del departamento editorial como aprendiz. Fui capaz de avanzar rápido porque fue antes que se formara el sindicato. No habían las restricciones que hay hoy, donde tienes que ser aprendiz durante un tiempo, luego ser asistente por otro rato, antes de convertirte en editor. Me volví editor justo cuando se formó el sindicato, fue un golpe de suerte.
Un día le pedí al editor Robert Simpson, si podría montar una escena particular que habíamos visto en los dailies. Dijo: «¿Estás seguro que quieres editarla?». Eso tendría que haberme dado a entender que iba a ser más complicado de lo que pensaba, pero seguí adelante. Volví en la noche y lo hice. A la mañana siguiente el lo revisó. Obviamente, él sabía que era más complejo de lo que yo creí. De manera amable me explicó porque había hecho todo mal y por qué tenía que volver a hacerlo. Tras la conversión vi claramente todos los errores que había cometido. Fue un duro comienzo pero después de eso, me pasó otras cosas y fui mejorando de a poco.
Fui a Nueva York a trabajar en The Godfather junto con Peter Zinner. Nos fuimos dividiendo las cosas mientras se iban filmando. Una vez que el rodaje terminó fuimos a Zoetrope, el lugar de Francis Coppola en San Francisco. En un momento, antes de comenzar con el primer corte, Francis nos dice: «Bill, quiero que te hagas cargo de la primera parte de la película y Peter, tú te encargas de la segunda. De verdad teníamos mucho material con el que trabajar.
Uno de los grandes proyectos en los que tuve que trabajar fue editar la escena de la boda de Connie Corleone. Francis planteó una recepción italiana. No tenía storyboard, por lo que se hizo de forma improvisada. Él tenía la fiesta de boda en un lugar con todos los invitados dando vueltas y a la orquesta tocando. Tenía que trabajar en la boda e ir cortando a las escenas en interiores donde Brando estaba en su oficina recibiendo a sus mafiosos. Francis hizo un plano donde Brando estaba entre los invitados. Vi lo que había hecho en la KEM y grité: «Dios mío, ahí está la espalda de Brando». En la escena anterior lo había dejado en la oficina, tuve que sacar el plano y ponerlo el otro sitio. Fue un problema interesante el mantener la boda y las escenas interiores ocurriendo al mismo tiempo. Hubo gran cantidad de detalles que no están en la película, no había espacio para todo.
El primer corte fue bastante largo, por sobre las tres horas. Francis nos dijo: «Simplemente no puedo mostrarle una película así de larga a Bob Evans, el productor, y a Paramount, porque no van a comprar una película con esta duración». Así que aplicamos cirugía drástica siguiendo la dirección de Francis. Nos tenía sacando un montón de material. En ese punto se lo mostramos a Bob Evans por primera vez. Cuando el visionado terminó Bob dijo: «Esto se ve bien, pero recuerdo que había mucho material maravilloso que no está en el film, ¿donde está?». Francis fue muy sincero al respecto, le dijo que el pensaba que el estudio no iba a comprar una película que fuera muy larga. Bob le respondió: «No me importa cuán larga sea la película, pon ese material. Es tan bueno que tiene que estar». Fue por Bob Evans y el tortazo que llevó a la Paramount lo que hizo que ellos compraran la película con esa duración.
Uno suele ver con frecuencia en las noticias que un director está editando su última película y eso siempre me molesta un poco. Siempre digo «¿No hay un editor en esa película? En la última película que trabajé, hay una cita de Bob (Robert) Wise quien decía, «Ahora estoy trabajando con mi editor en Rooftops«.
Uno puede entender el sentir general de un director con lo que quiere conseguir con una película. Si un director expresa sus gustos y quejas sobre varias tomas mientras las vemos, puede ayudar, pero ningún editor quiere que se pongan muy específicos y digan «Corta desde aquí hasta aquí en este y este punto». Eso es señal de un director inexperto. Un director debería elegir el cerebro del editor dandole la libertad de hacer un primer corte. Siempre podrás cambiarlo, pero es muy probable que el editor pueda salir con una versión aún mejor que la que el director tenía en mente.»