Si la invención de la imprenta supuso que la información quedase grabada para la eternidad, la irrupción de Internet supone su democratización. En una era en la que cada vez resulta más fácil elegir qué queremos saber y cómo queremos recibir esa información, el auge de la interacción es algo no sólo lógico sino necesario. Ya no nos conformamos con ver y escuchar, queremos participar. Después del salto, revisa los ejemplos, más de alguno te sorprenderá.
Las herramientas digitales que se están desarrollando en los últimos años van en esa dirección. Plataformas como Twitch, con video en streaming para gamers, o aplicaciones como Periscope y Meerkat, que permiten retransmitir video en tiempo real a nuestros contactos, son ejemplos muy evidentes de cómo el espectador ya no quiere ser simplemente eso sino que desea formar parte del proceso creativo. Los nuevos espectadores no quieren que les dirijan, quieren poder elegir, y esto es algo de lo que se están empezando a dar cuenta las grandes compañías.
El concepto de video interactivo existe desde hace mucho tiempo pero es ahora cuando ha encontrado las circunstancias y herramientas necesarias para poder desarrollarse plenamente; es un momento que, tanto los espectadores como los video creadores, deben aprovechar.
Orígenes del video interactivo
El primer video interactivo de la historia considerado como tal fue la película Kinoautomat, del director checo Radúz Čičera. Este trabajo de 1966-67 se presentó en la Expo 67 de Montreal, dentro del pabellón de la entonces Checoslovaquia. La acción se iba desarrollando hasta que la pantalla se dividía en dos, se planteaban dos posibles continuaciones y un presentador pedía al público que votase por la opción que prefería.
Pocas experiencias similares se volvieron a llevar a cabo, aunque en 1992 se perfeccionó esta idea gracias a la tecnología. I’m Your Man de Bob Bejan se estrenó en cines adaptados que incluían joysticks en las butacas; en seis puntos distintos de la película, se pedía a los espectadores que eligiesen a través de sus mandos una de las tres posibles continuaciones.
Pero la verdadera interactividad llegó con el formato video-láser. Algunos videojuegos se empezaron a parecer mucho al cine, con la diferencia de que el protagonista era el jugador y la acción se iba desarrollando según sus decisiones.
La tendencia actual es heredera de esa tradición de juegos que parecen películas, sólo que le da una vuelta de tuerca más: los productos audiovisuales se parecen cada vez más a los juegos.
Video Interactivo: Casos prácticos
La creación de videos interactivos se está utilizando con mayor frecuencia, incluso en formato móvil, en ámbitos muy diferentes: tanto en la didáctica como en la creación artística, como especialmente en la publicidad.
Muchas grandes marcas de renombre mundial, como Nike, Nivea, Intel o Samsug, han lanzado campañas que utilizaban ingeniosos videos interactivos en los que no se impone un producto sino que se intenta que el espectador se involucre con él.
Este tipo de videos publicitarios funcionan muy bien con los principios que establece el llamado “marketing social”. De hecho, en algunas campañas se invita a los participantes a compartir su experiencia –el resultado de su creación interactiva- en sus redes sociales. Es el caso, por ejemplo, de Natural Born Poker Player del sitio de Poker Stars; esta web plantea distintas situaciones en videos realizados por el estudio londinense Djinn y, dependiendo de las decisiones que tomemos ante ellas, podremos saber si tenemos las cualidades necesarias para jugar al poker. Este resultado se puede compartir y comparar con el de nuestros amigos.
Una idea similar pero en un contexto totalmente diferente es el que planteaba el proyecto de la productora chilena Panchito Films. En 2012 lanzaban un video interactivo en el que se podía generar el modelo de ciudad que cada uno prefería y compartirlo en las redes sociales; este experimento servía de presentación del documental La Ciudad de los Césares Perdidos de Francisco Hervé.
El género documental es uno de los que más ha aprovechado el tirón de los videos interactivos. Una muestra es IDFA DocLab, que empezó en 2007 como una plataforma piloto que exhibía documentales interactivos y otros formatos digitales. Ahora este proyecto está consolidado como una parte fundamental del International Documentary Film Festival Amsterdam [IDFA] y, en ese festival, el próximo mes de noviembre se exhibirán hasta 250 trabajos seleccionados este año.
Relacionados con el documental, aunque con diferentes objetivos, están los videos interactivos didácticos. Muchas empresas del sector público utilizan este tipo de formato para dar a conocer la historia de sus países o poner a disposición de los ciudadanos diferentes recursos que aporten información sobre diferentes temáticas. Es el caso de la televisión pública británica BBC, que cuenta con una excelente plataforma interactiva que, por desgracia, no se puede disfrutar en todo su esplendor fuera del Reino Unido. Otro buen ejemplo es el trabajo del director Martin Percy para el museo Tate Modern u otros proyectos de este especialista en productos interactivos.
Por último, otra gran área de expansión del video interactivo es, obviamente, el entretenimiento. No es necesario que el video tenga una función comercial ni informativa, puede ser puramente diversión.
En este ámbito encontramos varios ejemplos con los videos musicales que, por tener un formato más reducido, son mucho más fáciles de convertir en interactivos. Del sencillo video customizable «Electric Feel» de la banda MGMT, al complejo experimento All is Not Lost que realizaron unos genios del videoclip como son OK Go junto al buscador Google Chrome. Hay muchos ejemplos.
Uno reciente es el video «Manipulator» de Ty Segall, dirigido por Matt Yoka. Un divertido ejercicio que ofrece muchas posibilidades de manipular la imagen. Es el colmo de la edición, se puede ver el video cientos de veces y obtener un resultado diferente cada una de ellas. Recuerden, aunque no suene demasiado bien: la edición audiovisual es manipulación.
Son, en definitiva, muchos ejemplos y muy creativos de cómo hacer que el espectador participe con la obra audiovisual de la que disfruta. Y por suerte, no sólo podemos jugar con todos esos videos y generar cientos de experiencias distintas, sino que hacer nuestros propios videos interactivos resulta también muy fácil.
Crear este tipo de videos está ya al alcance de cualquiera gracias a plataformas como Rapt Media. Como creadores de la interacción, nuestro lugar está en las Antípodas del que interactúa. Mientras el que juega con el video es sorprendido constantemente, quien lo crea debe tener bajo control toda su estructura y las posibilidades que nos va a ofrecer, antes de que lo empecemos a montar. Un trabajo de pre-producción y de edición impresionante; una labor más que encomiable que parece que por fin está recogiendo sus frutos.