En la quinta entrega de nuestra serie, «así habló David Gilmour» un clásico del cine musical que trasciende generaciones, con la banda más importante de todos los tiempos haciendo de loquillos en un falso documental que por cierto encontramos completo y subtitulado al español en Internet. Todo esto como siempre después del salto.
La lista de películas continuó. Le puse ¿Quién teme a Virginia Woolf? de 1958; Plenty de 1985, con Meryl Streep; El tercer hombre de 1949, con guion de Graham Greene. A Jesse le gustaban algunas películas y otras le aburrían. Pero era mejor que pagar el alquiler y tener que conseguir trabajo. Cuando le puse A Hard Day’s Night de 1964 me llevé una sorpresa.
Resulta difícil para alguien que no creció a principios de los sesenta, le dije, imaginarse lo importantes que eran los Beatles. Apenas habían salido de la adolescencia y ya eran tratados como emperadores romanos allí donde iban. Tenían el don extraordinario de hacer que sintieras que, a pesar de su histérica popularidad, sólo tú entendías lo geniales que eran, que de algún modo eran tu descubrimiento privado.
Le conté a Jesse que los vi en el Maple Leaf Gardens de Toronto en 1965. Nunca he visto algo parecido: los gritos, la explosión de flashes, John Lennon interpretando de forma exagerada «Long Tall Sally». La adolescente que tenía al lado intentó arrebatarme los prismáticos con tal violencia que casi me arranca la cabeza.
Le conté que entrevisté a George Harrison en 1989 cuando publicó su último disco; cómo, esperando en su despacho en Handmade Records, estuve a punto de desmayarme cuando me di la vuelta y lo vi allí: un hombre delgado de mediana edad con abundante pelo moreno. «Un momento -dijo con aquel acento que había oído en The Ed Sullivan Show-, tengo que peinarme».
Le conté a Jesse lo acertados que estuvieron en A Hard Day’s Night: desde el hecho de rodar en reluciente blanco y negro a hacer que los chicos llevaran los trajes negros con camisas blancas que crearían tendencia, pasando por el uso de cámaras al hombro para dar a la película un aire documental de la vida real. Aquel estilo tembloroso de noticiario influyó a toda una generación de cineastas.
Le señalé unos cuantos fragmentos deliciosos: George Harrison [el mejor actor del grupo, según el director, Richard Lester] y la escena con las horribles camisas; John Lennon aspirando una botella de Coca Cola en el tren. [Pocas personas captaron esa broma entonces] Pero mi parte favorita, con diferencia, es cuando los Beatles bajan una escalera corriendo y salen a un campo abierto. Cuando suena «Can’t buy me love» de fondo, constituye un momento irresistible, tan extático, que incluso hoy día me embarga la sensación de estar cerca -pero no poder poseer- de algo muy importante. Después de todos estos años, sigo sin saber qué es ese «algo», pero percibo su presencia cuando veo la película.
Poco antes de poner la película, comenté que en 2001, tan sólo hacía unos años, los miembros de los Beatles que quedaban publicaron una colección de números uno del grupo. El disco fue directo a lo más alto de las listas en treinta y cuatro países distintos. Canadá, Estados Unidos, Islandia, toda Europa. Y eso viniendo de un grupo que se separó hace treinta y cinco años. Entonces dije lo que he querido decir toda mi vida:
-¡Damas y caballeros, los Beatles!
Jesse vio la película en un silencio educado, tras el cual simplemente dijo:
-Horrible. -Y continuó-: Y John Lennon era el peor de todos. -En ese punto imitó a Lennon con asombrosa precisión-. Un hombre totalmente bochornoso.
Me quedé sin habla. La música, la película, su imagen, su estilo… Pero, sobre todo, ¡eran los putos Beatles!
«A Hard Day’s Night» completa y subtitulada al español
Tal vez a Jesse no le gustó para nada la película pero en una de esas a ti sí, para saberlo, afortunadamente el gran youtube nos provee de una copia online con subtítulos en español. Ponle play y luego puedes contarnos qué te pareció en los comentarios. Hasta la próxima!