La película que posicionó a Clint Eastwood como el protagonista duro de roer y muy hábil con un revolver en sus manos, es la elegida hoy por el crítico de Cine canadiense David Gilmour para batallar con la adolescencia desinteresada de su hijo Jesse.
¿Recuerdas estas palabras?: «Sé lo que estás pensando: si disparé las seis balas o sólo cinco. La verdad es que, con todo este ajetreo, también yo he perdido la cuenta. Pero siendo este un Magnum 44, el mejor revolver del mundo, capaz de volarte los sesos de un tiro, ¿no crees que deberías preguntarte si me siento afortunado? ¿Verdad que sí, vago?».
Cuando el Señor llame a Clint Eastwood a su presencia, ese discurso aparecerá en los noticiarios de todo el mundo: «Harry el Sucio» mirando por encima del cañón de su arma a un atracador de un banco y cantándole las cuarenta.
Esa película -por no decir ese discurso- lanzó a Clint Eastwood a la primera fila de actores protagonistas estadounidenses, junto a John Wayne y Marlon Brando. Dos años más tarde, en 1973, un guionista telefoneó a Clint Eastwood y le dijo que había estado leyendo sobre los escuadrones de la muerte de Brasil, unos policías inconformistas que mataban criminales sin molestarse en llevarlos a tribunales. ¿Y si Harry el Sucio descubría la presencia de escuadrones de la muerte en el Departamento de Policía de Los Ángeles? La cinta se titularía Harry el Fuerte.
Cuando la película se estrenó al año siguiente durante la época de vacaciones, vendió todavía más entradas que Harry el Sucio, de hecho, reportó más dinero a la Wraner Brothers en sus primeras semanas de exhibición que cualquier otra película en toda su historia.
Harry el Fuerte es con mucho la mejor de las secuelas de Harry el Sucio y cimentó la relación amorosa entre el público y el revólver capaz de «volar el motor de un coche a cien metros».