Arremetemos una semana más con la sección que de seguro a muchos les gusta, Los Dichos del Director, espacio en el que nos permitimos escuchar las experiencias de directores que han conseguido plasmar sus ideas en la gran pantalla.
En esta ocasión toma el testigo el realizador francés Jacques Audiard, quien para más de alguno debe ser un nombre que no significa nada, especialmente para nuestro Orondo Director, pero Audiard pese a lo breve su filmografía, sólo ha filmado ocho películas, ha logrado un lenguaje propio y que ha sido reconocido por la crítica, especialmente con Un Profeta, película que todos deberían ver descargar.
Jacques Audiard habla en los Dichos del Director sobre cómo es su trabajo con los actores y cómo hay que dejar sorprenderse por ellos.
Si el director se expone, el actor lo hace aún más. Está literalmente en pelotas. Debe poder determinar hasta dónde está dispuesto a ir contigo. En el teatro, una vez que se alza el telón, se lanza y nadie puede pararlo; en el cine, es constantemente observado por el director. Así pues, ambos tienen que aceptar compartir la incomodidad que provoca esta desnudez. No pueden guardar distancias. Por ejemplo, los momentos en que, después de una escena crítica, tu actor -que acaba de dar todo lo que tiene- te mira, son extremadamente bellos. Esa absoluta confianza de uno hacia el otro me llena de entusiasmo. Para lograr cierta frescura, procuro que la preparación sea flexible. Se trata de un momento peligroso. Es importante dejarse sorprender, y eso no se controla.
Hay que evitar el desgaste. Por eso evito ensayar con el texto del filme, porque un guión no es Hamlet, se herrumbra. Así pues, escribo escenas que en cierto sentido son extrapolaciones del trabajo original.
En el rodaje dispongo de dos materiales: el guión y un documento en el que he anotado fragmentos de diálogo, situaciones muy esquemáticas. Una vez en el decorado y con la luz adecuada, decido qué elementos utilizar. Esto engendra vida. Comparo este modo de trabajar con el de los brujos africanos. El director es un manipulador. Ante todo, lo que me interesa es el movimiento. Por eso mis guiones no son psicológicos sino que tratan de crear situaciones. Las indicaciones que imparto a mi intérprete son muy sencillas. Se trata de determinar las ubicaciones, disponer de una palabra exacta en la que apoyarse… Si tienen preguntas sobre el personaje, trato de responderles, pero no salgo al paso. La elección de un actor no condiciona mi escritura, porque se hace después. Tampoco hago pruebas. Si me fijo en alguno es por una razón determinada. Creo que cuestionar esa elección supone plantearse la coherencia de la empresa en su conjunto.