El término exploitation se refería en un principio a títulos de especial interés que requerían una promoción adicional, pero terminó designando estudios de temas arriesgados realizados con poco presupuesto y al margen del cine mayoritario.
Aunque hoy en día se aplica a películas sensacionalistas de serie B y Z dirigidas al mercado específico de fans de este tipo de cine, el exploitation ayudó a Hollywood a reinventarse y estableció géneros de culto por todo el mundo. Aquí comienza una nueva idea, de las 100 que cambiaron para siempre la historia del cine, como cada martes en editando, tú comunidad audiovisual 🙂
Idea n° 69 | El Cine Exploitation: Más allá del código de producción
A pesar de la gran popularidad de películas estadounidenses como Traffic in souls [1913] o Damaged Goods [1914], así como piezas del cine Alemán «educativo» o Aufklarungsfilme, como Hyenas der Lust [1919], el temprano cine exploitation fue objeto de una censura estricta. Sus temas característicos de la desnudez, la trata de blancas, la higiene sexual o el abuso de drogas estaban en los primeros puestos de las listas de temas tabú en Hollywood entre 1921 y 1934. Y así, este espacio lo poblaron empresarios con antecedentes «carnavalescos».
Los más triunfantes de estos «cuarenta ladrones», que es como se los llamó, fueron: Samuel Cummins, Dwain Esper, J.D. Kendis, Willis Kent y Louis Sonney, que sacaron partido hasta bien entrada la década de 1950 a películas que abordaban la antropología, el naturismo, las enfermedades de transmisión sexual, la delincuencia y el vicio, y que a menudo se proyectaban acompañadas de una charla o de la presentación de un libro. A pesar de que los guiones eran torpes, la fotografía, indiferente, y las interpretaciones, inertes, atraían a un público numeroso de grindhouse por su contenido «educativo».
Aunque películas como el drama penitenciario de Edgar G. Ulmer «Girls in Chains» [1945], que se cree que recaudó 100 millones de dólares, se anunciaban como «sólo para adultos», el cine exploitation que llenó el vacío provocado por los decretos Paramount de 1948 estaba dirigido a un nuevo público juvenil.
Tras reconocer las ganas que había de novedad, William Castle se convirtió en el «rey de los trucos«, con maniobras teatrales como los asientos vibrantes Percepto o los esqueletos Emergo, que brillaban en la oscuridad y flotaban sobre el público.
Pero fue la productora American International Pictures, de James H. Nicholson y Samuel Z. Arkoff, la que mejor captó el estado de ánimo de la contracultura durante la década que transcurrió entre Yo fui un hombre lobo adolescente [1957], de Herman Cohen, y The Trip [1967], de Roger Corman.
Para captar más a las audiencias de los autocines y de las sesiones de madrugada, la AIP inició las tácticas de target marketing y de estrenos globales concentrados en un mismo día que más tarde adoptaría Hollywood para sus superproducciones taquilleras. Además, Corman dio a directores del calibre de Francis Ford Coppola, Martin Scorsese o John Sayles su primera oportunidad en el cine, además de a incipientes estrellas como Jack Nicholson.
El cine exploitation también transformó los géneros. Con él, la ciencia ficción, el terror y la acción «macho» adquirieron preponderancia y ayudaron a socavar el Código de Producción, junto con el sexploitation ligero de Y Dios creó a la mujer [1956], de Roger Vadim, y los homenajes gore a Psicosis [Psycho, 1960], de Alfred Hitchcock, concebidos por David F. Friedman y Herschell Gordon Lewis.
Con el ozploitation de díscolos productores australianos como Antony I. Ginnane haciéndose eco del blaxpoitation, y el euroterror erótico de Jesús Franco y Jean Rollin influyendo en el latspoitation de latinoamericanos como José Mojica Marins o Alejandro Jodorowsky, el cine exploitation se extendió por todas partes. En la era del video surgieron unos antihéroes en forma de monjas, nazis, moteros, samuráis, etcétera, que se tomaban la justicia por su mano.
En los últimos tiempos, el cine shocksploitation desafía la corrección política y cada vez es más gráfico. Sigue, no obstante, siendo coto de aficionados o geeks, hermanados por los fanzines, las convenciones y las comunidades online, y cuyo paladín, Quentin Tarantino, dio finalmente al cine exploitation el éxito comercial y de crítica que siempre había ansiado con películas como Reservoir Dogs [1992] o Pulp Fiction en 1994.
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