Los nombres de Cecil Holland, Jack Dawn y William Tuttle puede que no digan nada ni al más ferviente cinéfilo. Pero estos pioneros del maquillaje de cine diseñaron las técnicas con que se refinó el glamour clásico de Hollywood y sentaron las bases de los efectos especiales que resultan tan fundamentales para las películas taquilleras de hoy en día.
Cada martes tomamos la posta de los lunes en que aprendemos sobre editores connotados del cine moderno, y lo complementamos con historia en las 100 ideas que cambiaron el Cine, como harían en la mejor escuela. Como siempre te invitamos a seguir leyendo y sobre todo compartirlo luego con tus amigos en redes sociales.
Idea n° 88 | El maquillaje de efectos especiales: Del maquillaje de teatro al prostético.
Durante la mayor parte de las dos primeras décadas del cine, los actores se aplicaban su propio maquillaje y utilizaban productos y estilos que funcionaban bien en el teatro. Fue sólo hasta 1912 que Max Factor introdujo su primera base de maquillaje específica para la pantalla, y pasaron otros cinco años antes de que Selig abriera el primer departamento de maquillaje en un estudio.
En este período inicial, el principal propósito del maquillaje era dar aspecto natural a los intérpretes de rasgos caucásicos en películas rodadas con material monocromo ortocromático, insensible a los rojos y los amarillos. Con todo, el cambio a la película pancromática y la iluminación candente de tungsteno llevó a Factor a desarrollar cosméticos Pancake, que reforzaban tanto el fotorrealismo que se convirtieron en estándares de la industria, antes de que la llegada del color hiciera necesaria una nueva modificación.
El actor Lon Chaney, conocido como «el hombre de las mil caras«, fue el indiscutible maestro de la técnica del maquillaje de la época muda: usaba pintura de teatro, masilla, cera funeraria, resina, gel y escamas de pescado para metamorfosearse en el Jorobado de Notre Dame [1923] o el Fantasma de la Ópera [1925]. Artistas del maquillaje como Bud Westmore o Jack Pierce continuaron la tradición del terror en Universal en la década de 1930. El modo de maquillar este último a Boris Karloff en el Franenstein [1931] de James Whale transformó la concepción popular del monstruo de Mary Shelley.
Sin embargo, el primer deber de un profesional del maquillaje seguía siendo hacer que una estrella pareciera fotogénica en su papel de manera natural. Muchos estudiaron anatomía para garantizar la autenticidad, entre ellos Maurice Seiderman, que creó 37 diseños de envejecimiento para Orson Welles en Ciudadano Kane [1941]. Pero también se necesitaban efectos para conseguir precisión física en reconstrucciones históricas y películas biográficas. Además, en una época en la que los intérpretes no blancos tenían oportunidades limitadas en Hollywood, el maquillaje también era vital para caracterizaciones étnicas.
Llegó un momento, sin embargo, en que los efectos orientales que se crearon para películas de calidad como La buena tierra [The Good Earth, 1937] o series como las de Charlie Chan y Mr. Moto acabaron siendo políticamente inaceptables, lo mismo que las apariciones de Al Johnson, Fred Astaire o Shirley Temple con caras negras, o las interpretaciones de Alec Guinness en los papeles de Fagin y el Dr. Godbole en Oliver Twist [1948] y Pasaje a la India [A Passage to India, 1984].
A medida que los procesos del color vinieron a dominar en todo el mundo, el maquillaje cinematográfico evolucionó para reflejar las tendencias del día a día. Además, la desaparición del Código de Producción significó que todo, desde las películas de combate a los melodramas médicos, podía hacerse más gráfico. De todos modos, incluso aunque las técnicas fueran sofisticándose cada vez más para producir tonos y texturas convincentes, hubo que esperar hasta 1981 para que se creara una categoría específica en los premios de la Academia, cuando el boom, de la ciencia ficción, las películas taquilleras del género fantástico y la afición al terror gore llevó a nuevos talentos como Dick Smith, Stan Winston, Rick Baker, Rob Bottin y Tom Savini a experimentar con el vaciado, las prótesis y la animatrónica para crear efectos dinámicos que pudieran aguantar el escrutinio de un primer plano.
El látex y la gelatina se ven complementados hoy en día por los efectos digitales. Es así como la cara de Jim Carrey puede transformarse en La Máscara [The Mask, 1994] y como Ralph Fiennes puede adoptar el rostro malvado de Lord Voldemort en la serie de Harry Potter. Lo cierto es que si el cine 3D, como parece, fuera a convertirse en un elemento indisoluble del cine escapista, la maestría en el maquillaje de efectos especiales tendría más relevancia que nunca.
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2 comentarios
Hola, he seguido todos los post de las 100 ideas, me parecen fabulosos realmente un gran trabajo. Me di cuenta que faltan las ideas n° 10, 19, 62, 64, 65 y 73, las omitiste a proposito o se encuentran en otro lugar de la web si la etiqueta de las 100 ideas y por eso no las hallé?? me entusiasmé mucho con esta info, y me gustaría leerlas todas!
Gracias! saludos!
Fran
Gracias por tu comentario. Te cuento que todas las ideas, sin excepción, se encuentran alojadas bajo la etiqueta de las 100 ideas que cambiaron el Cine. Te dejo el enlace:
https://editando.cl/tag/100-ideas-que-cambiaron-el-cine
Lo que puede ocurrir es que no todas las entradas comienzan con el número de la idea, algunas de ellas sólo tienen un título un poco más genérico, como por ejemplo esta en que estamos comentando, pero está todo. Gracias de nuevo 😉