El resplandor es de esas películas que casi todo mundo ha visto, y cuando digo a todo mundo me refiero a los aficionados o amigos del audiovisual por supuesto, aquellos que pasan más seguido por acá, por eso leer aquello escrito por David Gilmour en las páginas de Cineclub será interesante puesto que permite al visitante comparar con la opinión propia sobre este clásico de Stanley Kubrick. Como siempre luego del salto.
[…] Para conseguir que Jesse viera más películas sin que resultara una actividad demasiado académica, me inventé un juego consistente en descubrir los grandes momentos. Se trata de una escena o un fragmento de diálogo o una imagen que hace que te eches hacia delante en el asiento y te dispare el corazón. Empezamos con una película fácil: El Resplandor [1980], de Stanley Kubrick, la historia de un escritor fracasado [Jack Nicholson] que va enloqueciendo poco a poco en un hotel desierto e intenta asesinar a su familia.
Probablemente, El Resplandor es la mejor película del director Stanley Kubrick [¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964) y 2001: una odisea del espacio (1968)]. Pero a Stephen King, autor de la novela original, no le gustó nada la película y tomó aversión a Kubrick. A mucha gente le ocurrió lo mismo. Kubrick tenía fama de hombre meticuloso y endiosado que hacía que los actores repitieran las tomas una y otra vez con dudosos resultados.
Cuando Jack Nicholson tiende una emboscada a Scatman Crothers con un hacha en El Resplandor, Kubrick les hizo interpretar la escena cuarenta veces; finalmente, al ver que Crothers, de setenta años, estaba agotado, Nicholson le dijo a Kubrick que ya bastaba de tomas y se negó a repetirla.
Más adelante, Jack persiguió por la escalera a su mujer [Shelley Duvall], que empuñaba un cuchillo, cincuenta y ocho veces hasta que Kubrick quedó contento. [¿Merecía la pena el esfuerzo? ¿Podrían haber valido la segunda o la tercera toma? Seguramente.]
Sin embargo, y lo que es más importante, Stephen King sentía que Kubrick no entendía el género de terror y que no tenía ni idea de cómo funcionaba. King asistió a una proyección inicial de El Resplandor y salió disgustado; dijo que la película era como un Cadillac sin motor. «Entras y notas el olor a cuero, pero no puedes llevarlo a ninguna parte«. De hecho, empezó a decir que creía que Kubrick dirigía películas para «hacer daño a la gente».
Es algo con lo que estoy bastante de acuerdo, pero me encanta El Resplandor y la forma en que está rodada e iluminada; me encanta el sonido de las ruedas del triciclo al pasar de una alfombra a la madera y a otra alfombra. Siempre me asusto cuando aparecen las niñas gemelas en el pasillo. Pero como gran momento elegí la escena en la que Jack Nicholson tiene una alucinación en la que mantiene una conversación con un camarero del hotel, el tipo de mayordomo británico estirado. Tiene lugar en unos aseos iluminados de forma casi cegadora: naranja eléctrico y blanco. El diálogo empieza de modo bastante inocente, pero de repente el camarero advierte a Jack de que su hijo está «dando problemas» y de que tal vez debería «encargarse de él». El camarero [Philip Stone] acapara la atención con su precisa quietud y su serenidad al recitar las líneas; atención a la forma en que cierra los labios al final de cada frase. Es un signo de puntuación delicado, vagamente obsceno.
El camarero confiesa que también tuvo problemas con sus hijos. A uno de ellos no le gustaba el hotel e intentó incendiarlo. Pero él «lo castigó» [con un hacha]. «Y cuando mi mujer intentó impedirme que cumpliera con mi deber, la castigué».
Se trata de una actuación impecable. A diferencia de la de Jack, que no ha envejecido tan bien desde la primera vez que la vi en 1980. En esta película parece histriónico, casi inexperto, sorprendentemente mediocre, sobre todo al lado de este actor inglés de exquisito auto control.
Sin embargo, para Jesse ese no fue el gran momento de la película; él eligió la escena en la que el niño entra a hurtadillas en la habitación de Jack muy temprano para recoger un juguete y encuentra a su padre sentado a un lado de la cama con la mirada perdida. Le pide a su hijo que se acerque, y este se sienta con inquietud en su regazo. Al mirar la cara sin afeitar y los ojos llorosos de su padre -vestido con un pijama azul, Nicholson está pálido como un cadáver-, el niño le pregunta por qué no se echa a dormir.
Tras una pausa, viene la escalofriante respuesta: «Tengo muchas cosas que hacer». Lo que significa, intuimos, descuartizar a su familia como hizo el camarero.
-Ya está -susurró Jesse-. ¿Podemos volver a ponerla?
Por cierto, esta última foto es un regalo del editor 😛
Antes de cerrar les invito a revisar los anteriores escritos de la serie: «Así habló David Gilmour» estoy seguro que serán de interés para los amantes del Cine.