«Uno podría dedicar mucho tiempo a Clint» comienza señalando nuestro crítico de cine de los días lunes en su libro Cineclub, pero esta vez, sólo aprovecha el tiempo junto a su hijo Jesse para señalar 5 cosas que le encantan de él y por supuesto las comparto luego del salto.
1.- Me encanta cuando se dirige al hombre que hace los ataúdes levantando cuatro dedos en Por un puñado de dólares más y dice: «Quería decir cuatro cajas«.
2.- Me encanta -fue el crítico británico David Thomson quien lo señaló- que cuando Clint estuvo al lado del príncipe Carlos en el National Film Theatre de Londres en 1993, todo el público tuvo claro quién era el verdadero príncipe.
3.- Me encanta que cuando Clint dirige una película nunca dice «Acción!«. Dice tranquilamente y en voz baja: «Cuando estén listos«.
4.- Me encanta ver cómo Clint se cae de su caballo en Sin Perdón.
5.- Me encanta la imagen en Harry el Sucio, andando por una calle de San Francisco con un pistola en una mano y un perrito caliente [hot dog], en la otra.
Comenté a Jesse la breve charla que mantuve una vez con William Goldman, quien escribió el guión de Dos hombres y un destino en 1969, y más tarde el de Poder absoluto en 1997, para Eastwood. Goldman lo adoraba. «Clint es el mejor-me dijo-. Un auténtico profesional en un mundo dominado por el ego. En un plató de una película de Eastwood -dijo-, vas a trabajar, haces tu trabajo y vuelves a casa; normalmente vuelves pronto a casa porque él quiere jugar al golf. Y come en la cafetería con el resto«.
Cuando en 1964 ofrecieron el guion de Por un puñado de dólares más a Clint, ya llevaba un tiempo circulando. Charles Bronson lo rechazó; era el peor guión que había leído. James Coburn se negó a hacer la película porque se iba a rodar en Italia y había oído cosas malas de los directores Italianos. Clint aceptó a cambio de unos honorarios de quince mil dólares, pero -y subrayé ese dato a Jesse- insistió en acortar el guión, pues creyó que sería más interesante si su personaje no hablaba.
-¿Se te ocurre por qué lo hizo? -dije.
-Claro. Te imaginas toda clase de cosas de un tío que no habla -dijo Jesse-. En cuanto abre la boca, encoge un par de tallas.
-Exacto.
Después de unos segundos de distracción, añadió:
-Estaría bien ser así en la vida real.
-¿Qué?
-No hablar tanto. Ser más misterioso. A las chicas les gusta.
-A algunas sí y a otras no -dije-. Tú eres hablador. A las mujeres también les encantan los hombres habladores.
Pasaron tres años antes de que Eastwood viera la película acabada. Para entonces prácticamente se había olvidado de ella. Invitó a unos amigos a una sala de proyección privada y dijo: «Seguramente será una mierda, pero vamos a echarle un vistazo».
Pocos minutos después de que empezara, uno de sus amigos dijo «Eh, Clint, es muy buena«. Por un puñado de dólares más revitalizó el western, que por entonces se había convertido en una especie de asilo para estrellas de cine envejecidas.