Recuperando las entradas de los días lunes en este humilde sitio de publicaciones audiovisuales, el crítico de Cine David Gilmour, en su arduo trabajo por re-encantar a su adolescente hijo con la vida misma, le enseña una película de la que, curiosamente, no extrae una aguda crítica sino más bien una especie de parábola o moraleja en torno a por qué es bueno ver películas, más aún cuando se tiene ese divino tesoro llamado juventud. En el aniversario 120 del nacimiento del Cine, te invito a leer y compartir luego del salto.
Jesse se levantó por una vez antes del mediodía, un acontecimiento que celebré poniéndole Agente 007 contra el doctor No [1962]. Era la primera película de James Bond. Traté de explicarle la emoción que despertaron aquellas películas cuando aparecieron a mediados de los sesenta. Resultaban muy sofisticadas y atrevidas. Las películas te producen un efecto determinado cuando eres joven, expliqué; te ofrecen una experiencia imaginativa que es difícil de recuperar cuando eres mayor. Te «las tragas» de un modo del que más tarde ya no eres capaz.
Cuando voy a ver una película ahora, soy consciente de muchas cosas, como el hombre que habla con su mujer unas filas por delante, o alguien que acaba sus palomitas y tira la bolsa al pasillo; soy consciente del montaje y de los malos diálogos y de los actores de segunda: a veces veo una escena con muchos extras y me pregunto: ¿Son actores de verdad, se lo están pasando bien haciendo de extras o están insatisfechos por no ser el centro de atención? Por ejemplo, en el centro de comunicaciones que aparece al principio de Agente 007 contra el doctor No, aparece una chica. Tiene una o dos frases, pero no he vuelto a verla en la pantalla jamás. Me preguntaba en voz alta qué pasaba con todas esas personas de los planos de multitudes y de fiestas. ¿Cómo acabaron siendo sus vidas? ¿Dejaron de actuar y se dedicaron a otras profesiones?
Todas esas cosas interfieren en la experiencia de una película; en los viejos tiempos, podrían haber disparado una pistola junto a mi cabeza y no hubiera interrumpido mi concentración, mi participación en la película que se estaba desarrollando en la pantalla delante de mí. Vuelvo a las películas antiguas no solo para verlas de nuevo, sino con la esperanza de que me sienta como me sentí la primera vez que las vi. [Y no sólo en relación con las películas, sino con todo].
Ve la película completa con audio en español gracias a Youtube
1 comentario
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