Cine de época es una denominación tan amplia como polémica. Aunque los estudiosos la reservan para los majestuosos dramas que empezaron a hacerse a mediados de la década de 1980, puede aplicarse también a las adaptaciones literarias, las reconstrucciones históricas y las biografías, pues comparten la misma sofisticación superficial concebida para alcanzar cierto grado de respetabilidad sociocultural.
Nuevo martes con toque histórico en nuestro humilde reducto audiovisual, con una más de las 100 ideas que cambiaron el cine, puedes revisar todas las demás, estamos a unas semanas de terminar el ciclo.
Idea n° 98 | Las Películas de Época: ¿Nostalgia de nuevos ricos?
La máxima preocupación de los primeros cineastas era plasmar el presente. Pero tras The Execution of Mary, Queen of Scots [1895], de Alfred Clark, pronto se empezó a tratar de emular el arte, la literatura y las obras de cera recreando el pasado. El Film d’Art como el superespectáculo italiano o El nacimiento de una nación [1915] e Intolerancia [1916], de D.W. Griffith, abordaron temáticas literarias e históricas que transformaron la escala y la ambición del cine, al tiempo que atrajeron a un público más ilustrado.
Estos títulos establecieron la plantilla para la recreación de época. Tanto si celebraban como si subertían la herencia social, cultural o política que describían, películas tan dispares como las Kostümfilmen alemanas de Ernst Lubitsch de la década de 1920, las biografías de Hollywood de la década de 1930, con George Arliss y Paul Muni, o las románticas de Gainsborough de la década de 1940 en Gran Bretaña, reflejaban las sensibilidades del lugar y el tiempo en que se hacían.
Así, los debates críticos posteriores han examinado hasta qué punto las películas de época han moldeado la percepción popular del pasado al promover mitos nacionales, exaltar héroes o establecer paralelismos alegóricos con acontecimientos contemporáneos.
Tanto en la adaptación de textos antiguos como de obras maestras literarias o de novelas baratas, las películas de época de la posguerra mostraron una complejidad y un alcance mayor, y a menudo se utilizaron como escaparate de las nuevas tecnologías.
En las películas biográficas, los defectos del sujeto se volvieron igual de importantes que sus logros, y el mayor realismo psicológico de obras épicas en pantalla panorámica como Lawrence de Arabia en 1962, de David Lean, anticipó el naturalismo del New Hollywood, lo mismo que La prise du pouvoir par Louis XIV [1966], reportaje metahistórico de Roberto Rossellini, o Hitler: Ein Film aus Deutschland [1978], de Hans-Jürgen Syberberg, con su anacrónica iconoclastia.
En muchos sentidos, el cine de época que se hizo a partir de la década de 1980 fue una reacción ante tales desviaciones del clasicismo narrativo. Lo cierto es que también varió el enfoque de la técnica a la puesta en escena, pues se estudiaron meticulosamente trajes, decorados, objetos de atrezzo, modales y rituales, que imbuyeron de realzados niveles de significado codificado las adaptaciones de Austen, Dickens, Dumas, Zola, James, Forster y otros novelistas.
Atractivas producciones internacionales como Jean de Florette [1986], Como agua para chocolate [1992], La edad de la inocencia [The age of inocence], El Piano y Adiós a mi concubina [Be wang bie Ji], todas de 1993, encontraron audiencias que supieron apreciarlas como alivio de las musculosas proezas de los héroes de acción del cine mayoritario.
El cine de época británico, sin embargo, a pesar de haber salvado a la industria nacional al rodar en las localizaciones auténticas para relatar los ritos de paso de mujeres independientes, hombres gays o aspirantes a rico de la clase trabajadora, fue muy criticado por su elitista pictorialismo tipo Laura Ashley y por hacer asépticas las intenciones satíricas de su material original. La producción de Merchant Ivory fue particularmente castigada por fomentar la nostalgia exenta de crítica en los «nuevos ricos» de clase media y mediana edad, en el momento más álgido de la agitación social que se vivió en la época de Margaret Thatcher.
Las películas de época no son ya tan polémicas ni omnipresentes. Pero, con la posibilidad que ofrecen los efectos generados por computador de volver a reinventarse a sí mismas, entran en la era digital con la misma complicidad y capacidad autorreflexiva de siempre.
Es todo por este martes, la semana próxima la penúltima entrega nos traera la historia y detalles del video digital. Si nos ayuda a compartir, seguimos haciendo el esfuerzo de escribir.
Saludos!
1 comentario
So that’s the case? Quite a retilaveon that is.