La dependencia del cine con otros medios para obtener cabida y forma se ha basado siempre tanto en consideraciones comerciales como creativas. Después de todo, basar una película en una fuente previa, algún material que ya ha obtenido el éxito en otro formato, reduce de modo muy significativo el riesgo de que la versión para la pantalla fracase en taquilla.
En la siguiente entrada revisaremos algunas de aquellas películas históricas que fueron basadas en exitosos productos de otros formatos, una más de las 100 ideas que cambiaron para siempre la historia del Cine. Lea, comparta y sobre todo, háganos saber su parecer en los comentarios, los esperamos como siempre!
Idea N° 29: Fuentes con éxito previo, la emoción de lo viejo
El Cine, proclamado «séptimo arte» [después de la música, el baile, la pintura, la literatura, la arquitectura y la escultura] por Louis Delluc, nunca ha estado aislado estéticamente.
La literatura tuvo un papel crucial en su evolución. Las primeras películas, al ser sólo de un rollo, podían presentar sólo escenas aisladas, pero hubo directores en todo el mundo que empezaron pronto a intentar resumir las novelas enteras en piezas de 20 minutos. A mediados del siglo XX, los clásicos y las obras más vendidas no sólo contribuyeron al desarrollo de los largometrajes, sino que también ayudaron a atraer a espectadores más ilustrados.
Escena «Los Inocentes»
El guión de John Mortimer y Truman Capote para «Los Inocentes» en 1961, es deudor tanto de la obra teatral de 1950 de William Archibald como de la novela de 1898 de Henry James, «Otra vuelta de tuerca».
Sin embargo, los críticos han denunciado a menudo la actitud displicente del cine ante la adaptación, que lleva a que las líneas argumentales y los personajes secundarios desaparezcan en el proceso de comprensión. De hecho, sigue debatiéndose hoy en día si el primer deber del cineasta es la fidelidad a la fuente o presentar su visión particular de ella.
Para los guionistas suele ser más sencillo ampliar un relato o una noticia en un periódico que condensar una novela; en este último caso, las novelas policíacas baratas y las del Oeste han demostrado ser más fáciles de adaptar que los títulos más canónicos. Si las adaptaciones son demasiado libres, los amantes de la obra adaptada suelen protestar.
Robert Bresson, Akira Kurosawa y Luchino Visconti han destacado a la hora de rescatar la esencia de las obras originales, aunque a este último se le criticó por tomarse demasiadas libertades con la novela de Thomas Mann en «Muerte en Venecia» [Morte a Venezia, 1971]. A la inversa, las adaptaciones de época de Merchant Ivory y Claude Berri de la década del 1980 fueron criticadas por ilustrar, más que interpretar, los textos originales, aunque esto fue considerado una virtud en el caso de la serie de Harry Potter [2001 – 2011].
El Gatopardo
El Gatopardo de 1963, del director italiano Luchino Visconti, fue también adaptación de una novela póstuma de Giuseppe Tomasi, la que obtuvo la Palma de Oro en Cannes.
Saber cuándo mantener la intimidad e inmediatez del proscenio y cuándo abrir la acción, ha sido el problema principal con que se encuentran quienes adaptan obras de teatro. El diálogo acostumbra ser sacrosanto para los expertos en dramaturgia, pero se ha tendido a simplificar los parlamentos teatrales desde los comienzos de la era sonora, cuando la verbosidad era a menudo rechazada y tildada de «teatro enlatado». Hoy en día ya no se filman obras de teatro, óperas y musicales con tanta frecuencia, y las adaptaciones modernas suelen ser de programas de televisión, cómics o videojuegos.
Las tiras cómicas de los periódicos han tipificado la cultura popular desde los inicios del cine. Estos fragmentos cómicos y las aventuras subsiguientes fueron enseguida fuente de inspiración de seriales y series tanto en Europa como en América.
Los cómics también llegaron a la gran pantalla con las adaptaciones de Poverty Row de la década de 1940. Desde el Superman de Richard Donner en 1978, el subgénero de los superhéroes ha sido una piedra angular de la producción de películas taquilleras de Hollywood, con los efectos generados por ordenador deleitando al público y el marketing sinérgico enriqueciendo a las multinacionales.
Los cómics manga japoneses también han sido la base de largometrajes de animación, y personajes europeos como Tintín o Ásterix han llegado igualmente a la pantalla desde los libros. Los videojuegos han forjado un vínculo recíproco con el Cine, pero la falta de interactividad hace que éxitos como el de Lara Croft: Tomb Raider en 2001, sean menos comunes. Lo cierto es que, dado que la producción y promoción de largometrajes es cada vez más costosa, y su destino sigue dependiendo de la recaudación del fin de semana de su lanzamiento, los cineastas van a seguir acudiendo a las fuentes con éxitos previos, los remakes y las secuelas para contrarrestar los azarosos resultados de taquilla.
Y a propósito de películas basadas en otros éxitos, te recomendamos revisar lo que hemos escrito sobre The Hobbit, la evolución que está teniendo el trabajo argentino para preparar el nuevo Robotech, o el trabajo de Enchufe.tv para crear «Supercampeonas» que, según ellos, parodia a la serie animada de Oliver y su pandilla, pero a mi me parece más bien que se basa en Shaolin Soccer, y está buenísima!
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