La homosexualidad fue ilegal en muchos países durante la mayor parte del siglo XX. Por ello, la representación de personajes abiertamente homosexuales en las películas mayoritarias fue casi imposible hasta que, a finales de la década de 1960, la revolución que se produjo en los países occidentales no sólo afectó a cómo se hacían las películas, sino también al modo en que se interpretaban.
Con una temática que todavía en 2014 sigue siendo controversial en los países del mundo, nos acercamos al final de esta serie de publicaciones basadas en las 100 ideas que cambiaron la historia del Cine. La número 97, para este martes de julio, como siempre luego del salto.
Idea 97 | El Cine Queer: Salir del armario
El Código de Producción que se introdujo en Hollywood en la década de 1930 prohibía la representación de cualquier tipo de «perversión sexual» e, incluso cuando el texto se modificó en 1961, las situaciones que implicaban personas del mismo sexo sólo eran permisibles si se trataban con «cuidado, discreción y moderación».
Así, películas como Mädchen in Uniform [1931] o Víctima [1961] fueron poco comunes durante las décadas de persecución y proscripción. La temática gay y lesbiana estaba confinada sobre todo a producciones no comerciales, como Fireworks [1947], de Kenneth Anger, o Flaming Creatures [1963], de Jack Smith.
Sin embargo, la pérdida de vigencia del Código en 1968 y las protestas del año siguiente en Stonewall llevaron a Hollywood a intentar promover la naturalidad y la humanidad compartida en películas como Cowboy de Medianoche [Midnight Cowboy, 1969] o Los Chicos de la Banda [The Boys in the Band, 1970].
Lo cierto es que al exhortar a la aceptación de la homosexualidad y poner a gays y lesbianas en papeles protagonistas, muchas de estas películas sólo consiguieron reforzar los lugares comunes, que se afianzaron más en los dramas sobre el sida, y a menudo condescendientes, que empezaron a aparecer a mediados de la década de 1980. El activismo agresivo reaccionó ante tal corrección política con lo que la crítica B. Ruby Rich ha llamado «nuevo cine queer«.
Repudiando las imágenes positivas, pero comprometidas y con enérgicas intenciones políticas de revisar y reapropiarse de estereoripos, Veneno [Poison, 1991], de Todd Haynes; Vivir hasta el fin [The Living End], de Gregg Araki; y Swoon, de Tom Kalin [ambas de 1992], fueron acusadas de producir «porno homo« moderno alrededor de hombres gays blancos de clase media.
Lo cierto es que al descartar una sola estética y estimular la multiplicidad, el nuevo cine queer refleja la creciente confianza de cineastas consolidados y emergentes de todo el mundo, como Chantal Akerman, Barbara Hammer, Su Friedrich, Monika Treut, Sadie Benning, Gus Van Sant, Derek Jarman, Pedro Almodóvar, John Greyson o Bruce LaBruce.
El nuevo cine queer ha suscitado también una revolución académica. Adecuando una amplia gama de posiciones políticas e ideológicas, la teoría queer se ha convertido en un término paraguas para cualquier perspectiva «no heterosexual». Así, los teóricos han podido revisar la historia de Hollywood y elogiar el amaneramiento de los llamados «mariquitas» como Franklin Pangborn, a la vez que se ha cuestionado la enajenación de psicóticos amanerados como Jame «Bufallo Bill» Gumb en El Silencio de los Inocentes [The Silence of the Lambs, 1991] o de lesbianas asesinas como Beth Garner en Bajos Instintos [Basic Instinct, 1992].
Se han revisado las convenciones de los géneros y se han encontrado subtextos queer en películas de vampiros y de monstruos, en las cintas de suspenso de Hitchcock o los teóricos que han cuestionado la teoría feminista de la mirada y la han considerado más recíproca que represiva al resaltar el atractivo andrógino de Greta Garbo o Marlene Dietrich, o el encanto homoerótico de Marlon Brando o Tom Cruise. Han celebrado el exceso y el sufrimiento de Judy Garland y Carmen Miranda, han proclamado autora de culto a la directora pionera Dorothy Arzner, y han aceptado que, a pesar de todas sus faltas, las representaciones de cine mayoritario de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales han sido a menudo tan merecedoras de formar parte del canon como las películas independientes, de vanguardia, underground o documentales.
The Adventures of Priscilla, Queen of the Desert – Trailer
El cine queer cuenta hoy en día con su propio circuito de festivales y su propia industria pornográfica, y celebra películas de éxito como Las Aventuras de Priscilla, Queen of the Desert, 1994], Lejos del cielo [Far for Heaven, 2002] o Brokeback Mountain [2005].
Pero estas películas están lejos de ser aceptadas universalmente. Así, melodramas como Fuego [Fire, 1996], de Deepa Mehta, han suscitado violentas protestas, y en muchos países africanos y asiáticos están totalmente prohibidas.