Las películas infantiles de la era multimedia se han convertido en piezas comerciales para productos derivados como DVD, videojuegos, juguetes, etcétera. Pero lo cierto es que los cineastas tardaron en sacar partido a este mercado de las películas infantiles. De hecho, sólo empezaron a explotarlo después de que los adultos empezaran a quedarse en casa viendo la televisión en la década de 1950.
Hoy en un nuevo martes de historia en nuestro humilde reducto audiovisual, revisamos aquellas películas para la gente pequeña que nacieron mucho antes de Buscando a Nemo o Toy Story. Te invitamos a leer una más de las 100 ideas que cambiaron el Cine y compartir con tus amigos en las redes sociales, como siempre después del salto.
Idea n° 89 | Las Películas Infantiles: Cine para los que se inician en la vida
Los niños apenas participaron en las primeras décadas de la historia del cine porque a los guardianes de la moral les preocupaban los efectos nocivos que podían tener en sus mentes impresionables las películas y el público que asistía a los nickelodeons. Incluso los papeles juveniles los interpretaban actores adultos, como en el caso de Mary Pickford. En 1925, la Motion Picture Producers and Distributors Association puso en circulación 52 programas de títulos reeditados, apropiados para niños. Pero la iniciativa sólo duró un año, y se estableció un programa estándar para las sesiones matinales que se componía de dibujos animados, seriales, películas de serie B y cortos slapstick.
No obstante, las cosas comenzaron a cambiar a principios de la década de 1930 con Mickey Mouse, cuya popularidad fue reforzada por un pacto entre Walt Disney y el Better Films Committtee que llevó a la formación del Club Mickey Mouse, con su juramento, sus oficiales electos y las actividades benéficas. Disney vio enseguida los beneficios tanto comerciales como cívicos que podía tener el club, y comenzó a patrocinar juguetes, vajillas, relojes y comestibles relacionados, lo que estableció una fidelidad de marca que redujo en buena medida el riesgo de la primera incursión de Disney en el largometraje animado infantil: Blancanieves y los siete enanitos en 1937.
Alrededor de la misma época, el Estudio de Cine Infantil de Moscú comenzó a producir cuentos de hadas que ensalzaban las virtudes de la cooperación y el trabajo duro, sin ser excesivamente propagandistas. Durante los siguientes 40 años, la plantilla del director soviético Alexander Row se copió en no pocas ocasiones detrás del telón de acero. En Gran Bretaña, la Children’s Film Foundation se especializó en aventuras semicómicas en las que valerosos niños superaban en astucia a pillos con pocas luces. En Alemania, Holanda y Escandinavia, se establecieron tradiciones que combinaban el escapismo con una exploración nada condescendiente de los problemas diarios de la edad del crecimiento.
Hollywood, por su parte, ha optado de forma invariable por entretener más que ilustrar. Además, en la producción en serie de cientos de westerns de serie B, seriales de acción y películas taquilleras de ciencia ficción dirigidas a un público infantil, ha tendido a satisfacer a una audiencia de niños, más que de niñas, que han tenido pocos modelos en pantalla desde que Shirley Temple dejara de peinar rizos y Judy Garland y Deanna Durbin empezaran a enamorarse en lugar de a «montar espectáculos».
Reconociendo que se había descuidado a las audiencias más jóvenes, pues los adolescentes habían sido atraídos por el cine exploitation sensacionalista, Disney respondió con una serie de películas de acción real que iban desde documentales, como The Living Desert [1953], a escapadas animales, como The Incredible Journey [1963], o innovadoras adaptaciones musicales, como Mary Poppins [1965]. Pero a pesar de la introducción de las películas clasificadas G [para el público general]en 1968, en la siguiente década se hicieron pocos filmes infantiles destacables.
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El clásico musical que ha sido incansablemente copiado referenciado en el cine, la publicidad y la televisión y que le valiera un Oscar a Julie Andrews como Mejor Actriz, por su papel como Mary Poppins en 1964.
Sin embargo, La Guerra de las Galaxias en 1977, revitalizó el género y varió de forma tan decisiva el énfasis en el espectáculo, los efectos especiales y los superhéroes que los críticos se han quejado de la juvenilización del cine estadounidense y el fortalecimiento de los vínculos entre las películas y el consumo. Disney ha logrado mantener su estatus gracias a acuerdos con pioneros de los efectos digitales como Pixar y a productores de anime y los Estudios Ghibli de Japón. La verdad es que las películas infantiles cada vez son más lucrativas.
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