En su afán por liberar a los espectadores de las restricciones sociales, políticas y religiosas, los surrealistas rechazaron los códigos universalmente aceptados de la representación cinematográfica y la percepción, y abrazaron la lógica de los sueños, el poder psicológico de las yuxtaposiciones discordantes de imágenes y la verdad innata de lo absurdo.
Cero en conducta de Jean Vigo en 1933. Película surrealista en que la famosa escena de la pelea de almohadas culmina en una parodia a cámara lenta de una procesión religiosa.
Por esto y porque como siempre creemos es necesario, alguien dé una pincelada de historia a la magia del cine, luego del salto redactamos sobre los principales exponentes en una más de las 100 ideas que cambiaron para siempre la historia del Cine.
Idea n° 41 | El Surrealismo: Subversión y liberación
Luis Buñuel afirmó una vez que hacía películas para
Perturbar a la gente y destruir las reglas de ese tipo de conformismo que quiere que todo el mundo piense que está viviendo en el mejor mundo posible.
Despreciando el impresionismo que los productores franceses habían esperado que anulara la hegemonía de Hollywood a principios de la década de 1920, Buñuel y sus compañeros surrealistas se inspiraron en las películas de trucos de Georges Méliès, la comedia slapstick, los seriales poco cultos y las fantasías exóticas del expresionismo alemán.
La influencia del montaje soviético fue evidente en el uso de vínculos asociativos y abstractos para abjurar de la coherencia narrativa en piezas como el cortometraje dadaísta de René Clair, Entr’acte de 1924 o La coquille et le clerge de 1928, cuyo guión había sido escrito por Antonin Artaud como un ejercicio de «cine sin refinar».
Sin embargo, a los surrealistas no les impresionó mucho la película de Dulac, como tampoco lo habían hecho experimentos dadaístas como Le retour à la raison en 1923, de Man Ray; Ballet mécanique [1924], de Fernand Léger; o Anémic cinéma [1926], de Marcel Duchamp, que capturaba el movimiento rítmico de formas geométricas.
Incluso el «desesperado y apasionado llamamiento al asesinato» de Un Perro Andaluz en 1928, de Salvador Dalí y Luis Buñuel, fue visto con sospecha, pues debido al éxito comercial que tuvo se interpretó que su cóctel de iconoclastia, lujuria, violencia y blasfemia no era lo bastante escansaloso. De todas formas, André Breton, que había redactado el promer manifiesto surrealista en 1924, proclamó que la siguiente pieza de la pareja, La edad de oro [1930] era «la única película auténticamente surrealista que se había hecho jamás».
Un Perro Andaluz – Cortometraje
15 días de rodaje para un corto que según el propio Buñuel, nació de la confluencia de dos sueños, Dalí le contó que soñó con hormigas que pululaban en sus manos y Buñuel a su vez, cómo una navaja seccionaba el ojo de alguien.
A partir de entonces, Dalí sólo mantuvo esporádicos escarceos con el cine, como cuando diseñó la famosa secuencia onírica de la película Hollywoodense de Alfred Hitchcock Recuerda [Spellbound, 1945]. Buñuel, en cambio, continuó «violando las claras conciencias» con provocativos asaltos al catolicismo, lo establecido y la burguesía, como en Los Olvidados [1950], El ángel exterminador [1962] o Ese oscuro objeto del deseo de 1977.
A pesar de la película Le sang d’un poète [1930], de Jean Cocteau, Cero en conducta [1933], de Jean Vigo, y las películas sobre la naturaleza de Jean Painlevé, el cine surrealista perdió su impulso con la llegada del sonido. Aún así, influyó en la comedia anárquica de los hermanos Marx, los dibujos animados socko, la sensualidad consciente de Mae West, y la pícara malevolencia de Hitchcock y James Whale. De hecho, podría haber tenido más influencia de no haberse visto eclipsado por los escritos de Sergei Eisenstein sobre el realismo y el dominio comercial del estilo narrativo clásico, favorecido por los estudios de Hollywood.
En 1946, Man Ray, Marcel Duchamp y Léger, colaboraron con Hans Richter en Dreams that money can buy [1947], que se suele considerar la última película oficialmente surrealista. El surrealismo en pantalla, sin embargo, no ha desaparecido nunca por completo. André Bazin reintrodujo nociones surrealistas de relevancia accidental al propugnar su teoría de la puesta en escena, y muchos realizadores europeos, como Federico Fellini, Jan Svankmajer o Juraz Herz, son deudores de la estética surrealista, así como los numerosos creadores del anime japonés y cineastas disidentes estadounidenses como Terry Gilliam, Guy Maddin o David Lynch.
Cartel que ilustra la naturaleza psicodélica de la adaptación que Terry Gilliam hizo de la novela de Hunter S. Thompson, «Miedo y asco en las vegas» en 1998.
Pues bien, como siempre esperamos que este esfuerzo que hacemos semana a semana por rescatar algo de historia, tenga cavida en alguna mente deseosa de cultura y a futuro pueda ser una guía de consulta para los estudiantes de Cine y audiovisual. Por supuesto siempre pueden dejar sus comentarios!
Saludos!
1 comentario
A mi parecer, la única obra cinematográfica surrealista de Dalí, fue el cortometraje que hizo con Walt Disney: Destino.
http://youtu.be/N2XDHblH5Xk
Saludos. México.