Mientras algunos supermercados nos invitan a celebrar el 4 de julio gringo, Editando se complace en llevar a sus distinguidos lectores un poco de historia del cine francés, que bien podría haberse publicado en las 100 ideas que cambiaron el Cine, pero que a propósito del 14 de julio, día nacional de Francia que se nos viene para este domingo , lo hacemos hoy viernes.
¿Y por qué? se preguntarán. Francia es por muchos reconocida como la cuna del cine, ha desarrollado varios de los movimientos cinematográficos más significativos del último siglo, alejados del clásico guión de Hollywood. Un baño cultural con toques de carmenère y baguette.
Feliz 14 de Julio al Cine Francés
[por Karina Campos]Mucho se discute de si los hermanos Lumière son o no los padres del cine. Lo cierto es que la primera exhibición cinematográfica pública se hizo gracias a ellos en París el año 1895. Los Lumière y Georges Méliès exploraron la producción teatral de películas en la década de 1890, los primeros con fines más bien científicos, y Méliès contando historias, como la famosísima Viaje a la Luna, considerada, con justa razón, una película de culto.
Algunas series de suspenso nacieron en Francia, como Fantômas y Les Vampires, influenciando la naciente industria Hollywoodense de la época. Pero no sería hasta la década del 20′ que la Era de Oro del Cine Francés estallaría con nombres como Abel Gance, director de «Napoleón», una monumental obra que constituye una cumbre en el cine mudo.
Durante la Segunda Guerra Mundial surgen nombres como Marcel Carné, director de «Los Niños del Paraíso», película con aires teatrales realizada durante la ocupación alemana en Francia y Jean Renoir, a cargo de la obra maestra «La Regla del Juego», una brillante sátira social de 1939, que permaneció censurada y no se estrenó hasta 1956 por considerar que “desmoralizaba” a la sociedad francesa.
Hacia la década de 1950 nacía Cahiers du Cinéma, la revista creada por André Bazin. Si bien no era la primera publicación de cine, sí destacó porque sus colaboradores terminarían convirtiéndose en directores famosos, formando el que probablemente sea el movimiento de cine francés más conocido de todos: la Nouvelle Vague o Nueva Ola Francesa.
Éric Rohmer [«La coleccionista», perteneciente a su serie de seis Cuentos Morales] y François Trauffaut [«Jules et Jim», el trágico triángulo amoroso que constituye una de las obras más importantes del período], entre otros directores dieron vida a un movimiento donde se mezclaba el cine negro, suspenso, obsesiones y dificultades amorosas.
Quizás el más famoso del período es Jean-Luc Godard. Su obra de aquellos años pasa por la distopía de Alphaville, una película futurista ambientada en el París de 1965, toda una rareza para estos días, hasta Pierrot le Fou, un road film con la pareja más famosa de la pantalla de la nueva ola francesa: la bella Anna Karina, por esos años esposa del director, y Jean Paul Belmondo, el más entrañable de los anti héroes franceses.
Ya para los años 70 los directores de la Nouvelle Vague continuaban llamando la atención con sus películas, algunas tildadas incluso de escandalosas, pero otros nombres surgen con fuerza, como Louis Malle y su cinta Lacombe Lucien, una muestra de la Francia pronazi; y Claude Chabrol con El Carnicero, una especie de versión francesa de La matanza de Texas.
Sin embargo, fue el reconocido Luis Buñuel quien se adjudicaría uno de los grandes hitos de la época con El discreto encanto de la burguesía, una película que reúne las características típicas surrealistas que definen al director con la sátira ácida de una sociedad cuestionable. Realmente un lujo.
Por estos días, el cine francés está tan diversificado como la industria en sí. Hay muchos directores que destacan en su estilo: Sylvain Chomet ha reinventado la animación con Les Triplettes de Belleville y L’illusionniste, películas para encantar a grandes y chicos. Laurent Cantet tampoco ha dejado indiferente a nadie con su galardonada Entre les murs, un drama social multirracial.
Jean Pierre Jeunet enamoró al mundo con la historia de Amélie durante el 2001. El franco-argentino Gaspar Noé renovó la forma de llevar la violencia a la pantalla con Irreversible. Leos Carax puso una cuota de drama con Los Amantes del Pont-Neuf, y la co-producción de Jean Pierre Jeunet y Marc Caro mezcló la ciencia ficción con el humor negro en Delicatessen. La lista de grandes películas es larga, inmensa, infinita como la mismísima historia del cine.
Quizás el cine francés no tenga a los Al Pacino ni a las Angelina Jolie ni a los Jack Nicholson que tanto nos gustan y que llenan las salas, pero cuenta con un estilo propio que se ha sabido transmitir a la pantalla durante décadas y que, desde su propia forma de ver el cine, han logrado conquistar a un público alrededor del mundo.
Sin duda todos tenemos alguna favorita y sin duda todos debiéramos ver alguna otra, ya sea para disfrutar del buen cine, aprender de sus géneros o tan sólo para dejarse cautivar por ese acento francés que no deja indiferente a nadie.
La pregunta ahora es obvia…
¿Cuál es tu película favorita del Cine Francés?
Agradecemos como siempre tus comentarios y aportes!
1 comentario
muy buena iniciativa